Página 190 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
tanta facilidad como a ella. Ella ve que no se rige por la conciencia
ni el temor de Dios; todas estas barreras santificadas son derribadas
por las pasiones concupiscentes; todas las cualidades del esposo que
le asemejarían a Dios son sujetas a la concupiscencia brutal y vil.
Cuando se hacen exigencias irrazonables
La cuestión que se ha de decidir es ésta: ¿Debe la esposa sentirse
obligada a ceder implícitamente a las exigencias del esposo, cuando
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ve que sólo las pasiones bajas lo dominan y cuando su propio juicio
y razón la convencen de que al hacerlo perjudica su propio cuerpo,
que Dios ha ordenado poseer en santificación y honra y conservar
como sacrificio vivo para Dios?
No es un amor puro y santo lo que induce a la esposa a satisfacer
las propensiones animales de su esposo, a costa de su salud y de su
vida. Si ella posee verdadero amor y sabiduría, procurará distraer
su mente de la satisfacción de las pasiones concupiscentes hacia
temas elevados y espirituales, espaciándose en asuntos espirituales
interesantes. Tal vez sea necesario instarlo con humildad y afecto
aun a riesgo de desagradarle, y hacerle comprender que no puede
ella degradar su cuerpo cediendo a los excesos sexuales. Ella debe,
con ternura y bondad, recordarle que Dios tiene los primeros y más
altos derechos sobre todo su ser y que no puede despreciar esos
derechos, porque tendrá que dar cuenta de ellos en el gran día de
Dios.
Si ella elevara sus afectos, y en santificación y honra conservara
su dignidad femenina refinada, podría la mujer hacer mucho para
santificar a su esposo por medio de su influencia juiciosa y así
cumplir su alta misión. Con ello puede salvarse a sí misma y a su
esposo, y cumplir así una doble obra. En este asunto tan delicado
y difícil de tratar, se necesita mucha sabiduría y paciencia, como
también valor moral y fortaleza. Puede hallarse fuerza y gracia en la
oración. El amor sincero ha de ser el principio que rija el corazón.
El amor hacia Dios y hacia el esposo deben ser los únicos motivos
que rijan la conducta.
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Cuando la esposa entrega su cuerpo y mente al dominio de
su esposo, y se somete pasiva y totalmente a su voluntad en todo,
sacrificando su conciencia, su dignidad y aun su identidad, pierde la