Página 196 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
ejercerá una influencia suavizadora y correctora, y mejorará mucho
la salud del infante
Regularidad en el cuidado tierno y amante
Los hijos son confiados a sus padres como un cometido precioso,
que Dios requerirá un día de sus manos. Debemos dedicar a su
preparación más tiempo, cuidado y oración. Necesitan que les demos
más instrucción de la clase apropiada
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En muchos casos las enfermedades de los niños pueden acha-
carse a equivocaciones en el modo de cuidarlos. Las irregularidades
en las comidas, la ropa insuficiente en las tardes frías, la falta de
ejercicio activo para conservar la buena circulación de la sangre, la
falta de aire abundante para purificarla, pueden ser la causa del mal.
Estudien los padres las causas de la enfermedad, y remedien cuanto
antes toda condición defectuosa
Generalmente desde la cuna se enseña a los niños a satisfacer su
apetito y a vivir para comer. Durante la infancia, la madre contribuye
mucho a la formación del carácter de sus hijos. Puede enseñarles a
dominar el apetito, o a satisfacerlo y volverse glotones. Es frecuente
que la madre ordene sus planes para hacer cierta cantidad de trabajo
durante el día; y cuando los niños la molestan, en vez de tomarse el
tiempo para calmar sus pequeñas tristezas y distraerlos, los acalla
dándoles de comer, lo cual cumple su fin durante breve plazo, pero
al fin empeora las cosas. El estómago de los niños quedó atestado de
alimento cuando menos lo necesitaba. Todo lo que ellos requerían
era un poco del tiempo y de la atención de su madre, pero ella
consideraba su tiempo como demasiado precioso para dedicarlo a
entretener a sus hijos. Posiblemente la tarea de ordenar su casa con
buen gusto, a fin de merecer la alabanza de las visitas, y la de preparar
alimentos en forma aceptable, son para ella de más importancia que
la felicidad y la salud de sus hijos.
En la preparación del ajuar para el niño hay que buscar lo que
más conviene, la comodidad y la salud, antes que la moda o el deseo
de despertar la admiración. La madre no debe gastar tiempo en
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bordados y en labores de fantasía para embellecer la ropa de su
pequeñuelo, ni imponerse así una carga de trabajo inútil a costa de
su salud y de la del niño. No debe cansarse encorvándose sobre