Página 197 - Consejos para la Iglesia (1991)

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La madre y su hijo
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labores de costura que comprometen su vista y sus nervios, cuando
necesita mucho descanso y ejercicio agradable. Debe comprender
la obligación de conservar sus fuerzas para hacer frente a lo que de
ella exigirá su cargo
Necesidad de dominio propio en la disciplina infantil
En la educación de los hijos, hay ciertas circunstancias en las
cuales la voluntad firme de la madre se halla en pugna con la vo-
luntad irracional e indisciplinada del niño. En tales casos, la madre
necesita mucha sabiduría. Al obrar de una manera poco prudente, al
someter al niño por la fuerza, se le puede hacer un daño incalculable.
Una crisis tal debe evitarse tanto como se pueda, porque implica
una lucha violenta tanto para la madre como para el niño. Pero
cuando dicha crisis se produce, hay que inducir al niño a someter su
voluntad a la voluntad más sabia de sus padres.
La madre debe dominarse perfectamente ella misma, y no hacer
nada que despierte en su hijo un espíritu de desafío. Nunca debe dar
órdenes a gritos. Ganará mucho si conserva una voz dulce y amable.
Debe obrar con su hijo de un modo que lo conduzca a Jesús. Ella
debe acordarse de que Dios es su sostén, y el amor su fuerza. Si es
una creyente prudente, no tratará de obligar a su hijo a someterse.
Ella orará con fervor para que el enemigo no obtenga la victoria,
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y mientras ore, se dará cuenta de que su vida espiritual se renueva.
Verá que la misma potencia que obra en ella obra también en su
hijo. Este se volverá más amable y sumiso. Así ganará la victoria.
La paciencia, la bondad, las sanas palabras de la madre cumplen
esa obra. La paz sucede a la tormenta como el sol a la lluvia. Los
ángeles que observaron la escena entonan gozosos cantos.
Estas crisis se producen también entre marido y mujer. A menos
que ellos estén bajo la influencia del Espíritu de Dios, manifestarán
en tales ocasiones el mismo espíritu impulsivo e irracional que se
revela tan a menudo en los niños. Esa lucha entre dos voluntades
será entonces parecida al choque del pedernal contra el pedernal
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El hogar adventista (1894), 95, 100-103
.
El hogar adventista (1894), 233, 234
.
El hogar adventista (1894), 230, 231
.
El hogar adventista (1894), 242
.