Página 194 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
sus apetitos y sus pasiones al dominio de los buenos principios. Hay
algo que ella debe rehuir, algo contra lo cual debe luchar si quiere
cumplir el propósito que Dios tiene para con ella al darle un hijo.
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El mundo está lleno de trampas para los jóvenes. Muchísimos
son atraídos por una vida de placeres egoístas y sensuales. No pueden
discernir los peligros ocultos o el fin temible de la senda que a
ellos les parece camino de felicidad. Cediendo a sus apetitos y
pasiones malgastan sus energías, y millones quedan perdidos para
este mundo y para el venidero. Los padres deberían recordar siempre
que sus hijos tienen que arrostrar estas tentaciones. Deben preparar
al niño desde antes de su nacimiento para predisponerlo a pelear
con éxito las batallas contra el mal. Si, antes del nacimiento de
su hijo, la madre procura complacerse a sí misma, si es egoísta,
impaciente e imperiosa, estos rasgos de carácter se reflejarán en
el temperamento del niño. Así se explica que muchos hijos hayan
recibido por herencia tendencias al mal que son casi irresistibles.
Pero si la madre se atiene invariablemente a principios rectos,
si es templada y abnegada, bondadosa, apacible y altruista, puede
transmitir a su hijo estos mismos preciosos rasgos de carácter
Los pequeñuelos constituyen un espejo en el cual la madre pue-
de ver reflejados sus propios hábitos y comportamiento. ¡Cuánto
cuidado debe ejercer por lo tanto acerca de su lenguaje y conducta
en presencia de esos pequeños discípulos! Cualesquiera que sean los
rasgos de carácter que ella desee que se desarrollen en ellos, debe
cultivarlos en sí misma
Cuándo deberían ser aligeradas las tareas de la madre
Un error que se comete a menudo es el de no establecer diferen-
cia alguna en la vida de una mujer cuando está por llegar a ser madre.
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Durante este período importante debe aligerarse su labor. Se están
produciendo grandes cambios en su organismo. Este requiere mayor
cantidad de sangre, y por lo tanto debe recibir más alimento, y de
la calidad más nutritiva, para que lo convierta en sangre. A menos
que ella obtenga una abundancia de alimento nutritivo, no podrá
conservar su fuerza física, y su descendencia quedará privada de
vitalidad. Su indumentaria también exige atención. Debe ejercerse
cuidado para proteger el cuerpo y evitarle la sensación de enfria-