Página 202 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
El cabeza de familia debe imitar a Cristo
Todos los miembros de la familia giran alrededor del padre. El es
el legislador y en su conducta viril ilustra las virtudes más austeras: la
energía, la integridad, la honradez, la paciencia, el valor, la diligencia
y la utilidad práctica. El padre es en un sentido el sacerdote de la
familia, que dispone sobre el altar de Dios el sacrificio matutino y
vespertino. La esposa y los hijos deben ser alentados a participar
en esta ofrenda y también en el canto de alabanza. A la mañana
y a la noche, el padre, como sacerdote de la casa, debe confesar a
Dios los pecados cometidos durante el día por él mismo y por sus
hijos. Los pecados de los cuales ha tenido conocimiento y también
los que permanecen secretos, que sólo vio el ojo divino, deben ser
confesados. Esta norma, celosamente observada por el padre cuando
está presente, o por la madre cuando él está ausente, resultará en
bendiciones para la familia.
A un hombre que es esposo y padre, yo diría: Asegúrese de que
rodea su alma una atmósfera pura y santa. Debe aprender diaria-
mente de Cristo. Nunca ha de manifestar un espíritu tiránico en el
hogar. El hombre que lo hace obra asociado con agentes satánicos.
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Someta su voluntad a la de Dios. Haga cuanto pueda para que la
vida de su esposa sea placentera y feliz. Haga de la Palabra de Dios
su consejera. Viva en el hogar de acuerdo con las enseñanzas de ella.
Entonces vivirá así en la iglesia y llevará estas enseñanzas consigo
al lugar donde trabaja. Los principios del cielo ennoblecerán todas
sus transacciones. Los ángeles de Dios cooperarán con usted y le
ayudarán a revelar a Cristo ante el mundo.
No permita usted que los vejámenes de sus negocios ensombrez-
can su vida en el hogar. Si al ocurrir cositas que no son exactamente
como usted piensa que deberían ser, no sabe manifestar paciencia,
longanimidad, bondad y amor, demuestra que no escogió por com-
pañero a Aquel que tanto le amó que dio su vida por usted para que
pudiese ser uno con él.
No evidencia virilidad el esposo espaciándose constantemente
en su puesto como cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia
él cuando se le oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a
ejercer autoridad. No le hará más viril el requerir de su esposa, la
madre de sus hijos, que actúe de acuerdo con los planes de él como