Página 219 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 28—Actividades de la familia durante los
días de fiesta y los aniversarios
Vi que no debemos festejar los días feriados como los festeja el
mundo, y sin embargo no debemos pasarlos por alto, sin prestarles
atención, porque esto dejaría descontentos a nuestros hijos. En estos
tiempos, cuando hay peligro de que nuestros hijos estén expuestos a
malas influencias y sean corrompidos por los placeres y la excitación
del mundo, procuren los padres preparar algo que reemplace las
diversiones más peligrosas. Haced comprender a vuestros hijos que
pensáis en su bienestar y felicidad.
Por la observancia de los días de fiesta, tanto la gente del mundo
como los miembros de las iglesias han llegado a creer que dichos
días son esenciales para la salud y la felicidad; pero los resultados
revelan que el mal abunda en ellos.
Nos hemos esforzado en serio por hacer que las fiestas fueran
tan interesantes como se pudiera para los jóvenes y los niños mien-
tras cambiábamos ese orden de cosas. Nuestro fin era mantenerlos
alejados de las escenas de diversión entre incrédulos.
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Una vez terminado un día en que se buscó placer, ¿dónde está la
satisfacción de los buscadores? Como obreros cristianos, ¿a quiénes
han ayudado a llevar una vida mejor, más elevada y más pura? ¿Qué
verían si pudieran mirar lo anotado por el ángel en el registro? ¿Un
día perdido? Para sus almas y para el servicio de Cristo, el día
se perdió porque ningún bien se hizo durante sus horas. Podrán
disponer de otros días, pero jamás tendrán aquel día pasado en la
ociosidad y las charlas insensatas entre jóvenes varones y niñas.
Nunca volverán a presentarse aquellas mismas oportunidades.
Habría sido mejor que en aquel día de fiesta se hubiesen dedicado al
trabajo más arduo. No dieron a su día de fiesta el empleo correcto, y
pasó a la eternidad para que en el juicio los confronte como un día
mal empleado
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