Página 23 - Consejos para la Iglesia (1991)

Basic HTML Version

El don profético y Elena G. de White
X I X
que la examinaran y se alegraba si algún médico estaba presente
para que la examinara mientras estaba en visión.
Cuando se acercaban a ella, podían ver que Elena G. de White
no respiraba, aunque su corazón continuaba latiendo normalmente
y el color de sus mejillas era natural. Se trajo un espejo y se lo
colocó frente a su cara, pero no se condensó ninguna humedad sobre
él. Luego trajeron una vela, la encendieron y la colocaron cerca
de su nariz y boca. Pero la llama permaneció recta, sin titilar. La
gente podía ver que ella no respiraba. Caminaba alrededor del cuarto
moviendo sus brazos en forma graciosa mientras hablaba en cortas
exclamaciones acerca de lo que le había sido revelado. Al igual
que Daniel, sufrió la pérdida de las fuerzas naturales, y luego se le
impartió una fuerza sobrenatural. Véase
Daniel 10:7, 8, 18, 19
.
Elena G. de White estuvo en visión durante 2 horas. No respiró
durante 2 horas. Después, cuando terminó la visión, realizó una
inhalación profunda, hizo una pausa durante 1 minuto más o menos,
volvió a respirar, y pronto estaba respirando naturalmente. Al mismo
tiempo empezó a reconocer lo que estaba a su alrededor, y era
consciente de lo que le sucedía.
La Sra. Martha Amadon, quien frecuentemente vio a Elena de
White en visión, hace la siguiente descripción:
[17]
“En visión sus ojos estaban abiertos. No había aliento, pero
había movimientos graciosos de los hombros, brazos y manos, sig-
nificativos de lo que veía. Era imposible que otra persona le pudiera
mover las manos o los brazos. A menudo profería palabras sueltas,
y algunas veces oraciones, que manifestaban a los que la rodeaban
la naturaleza de lo que estaba viendo, ya en el cielo o en la tierra.
“Su primera palabra en visión era ‘Gloria’, que sonaba al princi-
pio como algo cercano, y luego se alejaba en la distancia, aparente-
mente como si estuviera lejos. Esto a veces se repetía...
“Nunca había excitación entre los presentes durante una visión;
no había nada que causaba temor. Era una escena solemne y tran-
quila...
“Cuando se terminaba la visión, y perdía de vista la luz celestial,
como si viniera regresando a la tierra otra vez, exclamaba con un
largo suspiro, mientras tomaba su primera respiración natural: ‘O-S-
C-U-R-O. Luego estaba débil y sin fuerzas”