Página 255 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Un llamado a la juventud
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divinas como lo son para obtener las miserables y perecederas cosas
de esta vida. Las masas que profesan ser cristianas se satisfacen con
su condición de enanos espirituales. No están dispuestas a buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia; de ahí que la piedad sea
para ellas un misterio oculto e incomprensible. No conocen a Cristo
por experiencia.
Transpórtese repentinamente al cielo a esos hombres y mujeres
que están satisfechos con su condición de enanos e inválidos en
las cosas divinas, y hágaseles considerar por un instante el alto y
santo estado de perfección que reina siempre allí, donde toda al-
ma rebosa de amor, donde todo rostro resplandece de gozo, donde
se elevan melodiosos acentos de música arrobadora en honor de
Dios y del Cordero y los incesantes raudales de luz fluyen sobre los
santos desde el rostro de Aquel que se sienta sobre el trono y del
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Cordero; y hágaseles comprender que hay un gozo superior aún que
experimentar; porque cuanto más reciben del gozo de Dios tanto
mayor es la capacidad de los justos para disfrutar la dicha eterna;
de modo que continúen recibiendo nuevas y mayores provisiones
de las incesantes fuentes de gloria y felicidad inefable; ¿podrían
dichas personas, me pregunto, alternar con la muchedumbre celes-
tial, participar en sus cantos y soportar la pura, excelsa y arrobadora
gloria que emana de Dios y del Cordero? ¡Oh no! Su tiempo de
prueba se alargó durante años para que pudiesen aprender el len-
guaje del cielo, para que pudiesen llegar a ser “participantes de la
naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el
mundo a causa de la concupiscencia”.
2 Pedro 1:4
. Pero tenían que
dedicar las facultades de su mente y las energías de su ser a un
negocio egoísta. No podían dedicarse a servir a Dios sin reserva.
Las empresas mundanales debían ocupar el primer lugar y recibir lo
mejor de sus facultades; un pensamiento pasajero fue todo lo que
dedicaron a Dios. ¿Serán los tales transformados después que se
haya pronunciado la decisión final: “El que es santo, santifíquese
todavía, y el que es inmundo, sea inmundo todavía?”.
Apocalipsis
22:11
. Ese tiempo se está acercando.
Los que han educado su mente en el deleite de los ejercicios
espirituales, son los que pueden ser trasladados sin que los abrume
la pureza y la gloria trascendental del cielo. Puedes tener un vasto
conocimiento de las artes, puedes estar familiarizado con las cien-