Página 262 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
conciencia de sus obligaciones hacia sus padres. Sucede a menudo
que cuanto más hacen sus padres por ellos, tanto más ingratos son,
y menos los respetan.
En gran medida, los padres tienen en sus propias manos la feli-
cidad futura de sus hijos. A ellos les incumbe la obra importante de
formar el carácter de estos hijos. Las instrucciones que les dieron en
la niñez los seguirán durante toda la vida. Los padres siembran la
semilla que brotará y dará fruto para bien o mal. Pueden hacer a sus
hijos idóneos para la felicidad o para la desgracia
Los padres deben tener un frente unido
Los niños son por naturaleza sensibles y amantes. Es fácil com-
placerlos, o hacerles sentirse desdichados. Mediante una disciplina
suave de palabras y actos amables, las madres pueden ligar a sus
hijos con su propio corazón. Es un grave error manifestar severidad
y ser autoritario con los niños. La firmeza uniforme y un gobierno
sereno son necesarios para la disciplina de toda familia. Decid con
calma lo que queréis decir, obrad con consideración, y cumplid sin
desviación lo que decís
Los padres no deben olvidar cuánto anhelaban en su niñez la
manifestación de simpatía y amor, y cuán desgraciados se sentían
cuando se les censuraba y reprendía con irritación. Deben rejuve-
necer sus sentimientos, y transigir mentalmente para comprender
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las necesidades de sus hijos. Sin embargo, con firmeza mezclada de
amor, deben exigirles obediencia. La palabra de los padres debe ser
obedecida implícitamente
La falta de firmeza en el gobierno de la familia causa mucho
daño; es en realidad tan mala como la falta absoluta de gobierno. Se
pregunta a menudo: ¿Por qué resultan los hijos de padres religiosos
tan frecuentemente tercos, desafiadores y rebeldes? El motivo reside
en la preparación recibida en el hogar.
Si ambos padres no concuerdan, auséntense de la presencia de
sus hijos hasta que hayan llegado a entenderse.
Si los padres están unidos en esta obra de disciplina, el niño
comprenderá lo que requieren de él. Pero si el padre, por sus palabras
o miradas, demuestra que no aprueba la disciplina administrada por
la madre; si le parece que ella es demasiado estricta y considera