Página 264 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
tamente de preparación para compartir las severas responsabilidades
de la vida. Esa clase de maestros que se congratulan de dominar casi
por completo la voluntad de sus alumnos, no son los que tienen más
éxito, aunque momentáneamente las apariencias sean halagadoras.
Con frecuencia se muestran demasiado reservados y ejercen su
autoridad en una forma fría y carente de simpatía, que no puede
conquistar el corazón de sus hijos y alumnos. Si hiciesen acercar a
los niños a sí y les demostrasen que los aman, y manifestasen interés
en todos sus esfuerzos, y aun en sus juegos, siendo a veces niños
entre niños, podrían hacer muy felices a éstos y conquistarían su
amor y confianza. Y los niños respetarían y amarían más temprano
la autoridad de sus padres y maestros
Por otro lado, no se debe dejar a los jóvenes que piensen y
actúen independientemente del juicio de sus padres y maestros.
Debe enseñarse a los niños a respetar el juicio experimentado y a ser
guiados por sus padres y maestros. Se los debe educar de tal manera
que sus mentes estén unidas con las de sus padres y maestros, y se los
ha de instruir para que comprendan lo conveniente que es escuchar
sus consejos. Entonces, cuando se aparten de la mano guiadora de
sus padres y maestros, su carácter no será como el junco que tiembla
al viento
Es un pecado dejar que los niños crezcan en la ignorancia
Algunos padres no han dado educación religiosa a sus hijos,
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y han descuidado también su educación escolar. Ni la una ni la
otra debieran haberse descuidado. Las mentes de los niños son
activas, y si ellos no se dedican al trabajo físico o se ocupan en el
estudio, quedarán expuestos a las malas influencias. Es un pecado
de parte de los padres dejar a sus hijos crecer en la ignorancia.
Deben proporcionarles libros útiles e interesantes, deben enseñarles
a trabajar, a tener sus horas de trabajo físico y sus horas de estudio
y lectura. Los padres deben tratar de elevar las mentes de sus hijos,
y de cultivar sus facultades mentales. La mente, abandonada a sí
misma, sin cultivo, es generalmente baja, sensual y corrupta. Satanás
aprovecha su oportunidad, y educa a las mentes ociosas
El trabajo de la madre empieza con el niño mamante. Ella debe
conquistar la voluntad y el genio de su hijo, ponerlo en sujeción y