Página 268 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
niños, aun los de poca edad, pueden tener opiniones correctas acerca
de su estado de pecado y el camino de salvación por Cristo. Los
predicadores manifiestan generalmente demasiada indiferencia hacia
la salvación de los niños, y su obra no es tan personal como debiera
ser. Muchas veces se pierden áureas oportunidades de impresionar
las mentes de los niños
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Padres y madres, ¿comprendéis la importancia de la responsa-
bilidad que recae sobre vosotros? ¿Comprendéis la necesidad de
preservar a vuestros hijos del descuido y de las costumbres desmo-
ralizadoras? No les permitáis entrar en relación con otras personas
fuera de aquellas que ejercerán una buena influencia sobre su ca-
rácter. No los dejéis salir de noche a menos que sepáis adónde van
y lo que hacen. Instruidlos en los principios de la pureza moral. Si
habéis descuidado el enseñarles a este respecto precepto tras pre-
cepto, renglón tras renglón, un poco aquí y un poco allá, cumplid
inmediatamente este deber. Haceos cargo de vuestra responsabili-
dad, y trabajad para el tiempo presente y para la eternidad. No dejéis
transcurrir ni un día más sin confesar vuestra negligencia a vuestros
hijos. Decidles que habéis decidido ahora hacer la obra que Dios
os ha asignado. Pedidles que emprendan con vosotros esa reforma.
Haced esfuerzos diligentes para redimir lo pasado. No permanez-
cáis por más tiempo en el estado de la iglesia de Laodicea. En el
nombre del Señor, suplico a cada familia que enarbole su verdadero
estandarte. Reformad la iglesia que tenéis en vuestro hogar
No descuidéis las necesidades de la mente
Se me ha mostrado que mientras los padres que temen a Dios
imponen restricciones a sus hijos, deben estudiar sus disposiciones
y temperamentos, y tratar de suplir sus necesidades. Algunos padres
atienden cuidadosamente las necesidades temporales de sus hijos;
los cuidan bondadosa y fielmente mientras están enfermos, y luego
consideran que han cumplido todo su deber. En esto cometen un
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error. Tan sólo han empezado su trabajo. Se deben suplir las nece-
sidades de la mente. Se requiere habilidad para aplicar los debidos
remedios a la curación de una mente herida.
Los niños han de soportar pruebas tan duras, tan graves en su
carácter, como las de las personas mayores. Los padres mismos