Página 274 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
de indolencia y falta de atención, deshonrarán vuestro nombre y
amargarán vuestra vida. El destino de vuestros hijos está en gran
medida en vuestras manos. Al faltar a vuestro deber con respecto
a ellos, podéis colocarlos en las filas del enemigo y hacer de ellos
agentes suyos para arruinar a otros; por otra parte, instruyéndolos
fielmente, ofreciéndoles con vuestra vida un ejemplo de piedad,
podéis conducirlos a Cristo. A su vez, ellos ejercerán sobre otros
la misma influencia y así, por vuestro medio, podrá salvarse gran
número de almas
Dios desea que tratemos a nuestros hijos con sencillez. Estamos
expuestos a olvidar que los niños no han tenido la ventaja de los
largos años de educación que los adultos han tenido. Si los peque-
ños no proceden de acuerdo con nuestras ideas en todo, a veces
pensamos que merecen una reprimenda, pero esto no arreglará las
cosas. Elevadlos al Salvador y contadle todo a él; creed luego que
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su bendición descansará sobre ellos
Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de
oración. Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia
debe ser convocada, y el padre, o la madre en ausencia del padre,
debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid
con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las
tentaciones y los peligros que os acechan a vosotros y a vuestros
hijos, y por la fe atad a estos últimos sobre el altar, solicitando para
ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán
los niños así dedicados a Dios. Es el deber de los padres creyentes
levantar así, mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante,
una valla en derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia,
enseñándoles bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera
que agraden a Dios
Enseñad a vuestros hijos que es privilegio suyo recibir cada día
el bautismo del Espíritu Santo. Permitid que Cristo encuentre en
vosotros su mano auxiliadora para ejecutar sus propósitos. Por la
oración podéis adquirir una experiencia que dará perfecto éxito a
vuestro ministerio en favor de vuestros hijos
El poder de las oraciones de una madre no puede sobreestimarse.
La que se arrodilla al lado de su hijo y de su hija a través de las
vicisitudes de la infancia y de los peligros de la juventud, no sabrá
jamás antes del día del juicio qué influencia ejercieron sus oraciones