Página 278 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
diese de estas cosas. Al hacer esto se apartan de la obra especial de
Dios y dan a los estudiantes una educación deficiente y errónea
Debería haber hombres y mujeres que estén calificados para
trabajar en las iglesias y para adiestrar a nuestros jóvenes en ramos
especiales de trabajo, a fin de que puedan llevar a las almas a contem-
plar a Jesús. Las escuelas establecidas por nosotros deberían tener
en vista este objetivo y no interesarse por el sistema de las escuelas
denominacionales establecidas por otras iglesias o por el sistema
que siguen los colegios y seminarios del mundo. Deben ser de una
categoría enteramente diferente, donde no se origine ni se sancione
ninguna fase de infidelidad. Los estudiantes han de ser educados en
el cristianismo práctico, y la Biblia debe ser considerada como el
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libro de texto supremo y más importante
La responsabilidad de la iglesia
En sueños de la noche me hallaba yo entre una gran compañía en
la que el tema de la educación agitaba la mente de todos los presentes.
Uno que desde hacía mucho tiempo había sido nuestro enseñador
hablaba a los congregados. Decía: “El asunto de la educación debiera
interesar a toda la organización adventista del séptimo día”
La iglesia tiene una obra especial que hacer en educar y preparar
a sus niños para que, mientras asisten a la escuela o tienen cualquier
otro trato, no sientan la influencia de los hábitos corruptos. El mundo
está lleno de iniquidad y desprecio de los requerimientos de Dios.
Las ciudades han llegado a ser como Sodoma, y nuestros hijos
están diariamente expuestos a muchos males. Los que asisten a las
escuelas públicas, se asocian a menudo con otros más descuidados
que ellos, a quienes, fuera del tiempo que pasan en el aula de clases,
se les deja obtener una educación callejera. Los corazones de los
jóvenes se impresionan fácilmente; y a menos que los que los rodean
sean de carácter correcto, Satanás empleará a los niños descuidados
para influir en aquellos a quienes se educa más cuidadosamente. De
esta manera, antes que los padres observadores del sábado sepan lo
que está sucediendo, sus hijos habrán aprendido las lecciones de la
depravación, y se habrán corrompido sus almas.
Muchas familias que, con el fin de educar a sus hijos, se trasladan
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a lugares donde están establecidas nuestras escuelas mayores, pres-