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Consejos para la Iglesia
de la religión son los primeros pasos en la adquisición del conoci-
miento y constituyen la misma base de la verdadera educación. El
conocimiento y la ciencia deben ser vivificados por el Espíritu de
Dios a fin de servir los más nobles propósitos. Solamente el cris-
tiano puede hacer el debido uso del conocimiento. La ciencia, para
que pueda ser plenamente apreciada, debe ser considerada desde un
punto de vista religioso. El corazón ennoblecido por la gracia de
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Dios puede comprender mejor el verdadero valor de la educación.
Los atributos de Dios, que se observan en sus obras creadas, pueden
ser apreciados únicamente conociendo al Creador. Los maestros no
deben estar familiarizados sólo con la teoría de la verdad, sino que
deben tener un conocimiento experimental del camino de la santidad
a fin de conducir a los jóvenes a las fuentes de la verdad, al Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo. El conocimiento es poder
únicamente cuando está unido con la verdadera piedad
Responsabilidad de los estudiantes para sostener su escuela
Los estudiantes que profesan amar a Dios y obedecer la verdad,
deben poseer un grado de dominio propio y fuerza de principios
religiosos que los habiliten para permanecer inconmovibles en me-
dio de las tentaciones, y destacarse por Jesús en el colegio, en la
casa de pensión, o dondequiera que estén. La religión no ha de ser
llevada simplemente como un manto en la casa de Dios, sino que
los principios religiosos deben caracterizar toda la vida.
Los que están bebiendo de la fuente de la vida no manifestarán,
como los mundanos, un anhelante deseo de variedad y placer. En su
comportamiento y carácter se verá el descanso, la paz y la felicidad
que han hallado en Cristo al deponer diariamente sus perplejidades
y cargas a sus pies. Mostrarán que hay contentamiento y aun gozo
en la senda del deber y la obediencia. Los tales ejercerán sobre sus
condiscípulos una influencia que se hará sentir sobre toda la escuela.
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Los que componen ese fiel ejército refrigerarán y fortalecerán a
los maestros y profesores en sus esfuerzos, procurando vencer toda
especie de infidelidad, discordia y negligencia de los reglamentos.
Su influencia será salvadora y sus obras no perecerán en el gran día
de Dios, sino que los seguirán en el mundo futuro; y la influencia
de su vida aquí se hará sentir a través de las incesantes edades de la