El llamamiento a vivir una vida temperante
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mi más alto bien temporal y espiritual al guardar mi cuerpo como
templo para la morada del Espíritu Santo, o me abandonaré a las
ideas y prácticas del mundo?
La vida de Dios en el alma es la única esperanza del hombre
La religión de la Biblia no perjudica la salud del cuerpo ni de
la mente. La influencia del Espíritu de Dios es la mejor medicina
para la enfermedad. El cielo es todo salud; y mientras más profun-
damente se experimenten las influencias celestiales, más segura será
la recuperación del inválido creyente. Los verdaderos principios del
cristianismo se abren delante de todos como una fuente de felicidad
inestimable. La religión es un manantial inagotable, en el cual el
cristiano puede beber cuanto desee sin que jamás se termine.
La condición de la mente afecta la salud del sistema físico. Si la
mente es libre y feliz, como resultado de una conducta correcta y por
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la sensación de satisfacción que se deriva de hacer felices a otros,
engendra una alegría que producirá un efecto positivo sobre todo
el sistema, hará que la sangre circule más libremente y tonificará
todo el cuerpo. La bendición de Dios es un poder sanador, y los
que son amplios en beneficiar a otros experimentarán esa bendición
maravillosa tanto en el corazón como en la vida entera.
Cuando las personas que han gratificado sus malos hábitos y
prácticas pecaminosas se someten al poder de la verdad divina,
la aplicación de dichas verdades al corazón aviva las facultades
morales, que parecían haberse paralizado. El receptor posee una
comprensión más enérgica y clara [de lo que significa] fundamentar
su alma sobre la Roca eterna. Aun su salud física mejora al establecer
su seguridad en Cristo
Los hombres necesitan aprender que no pueden poseer en su
plenitud las bendiciones de la obediencia, sino cuando reciben la
gracia de Cristo. Esta es la que capacita al hombre para obedecer las
leyes de Dios y para liberarse de la esclavitud de los malos hábitos.
Es el único poder que puede hacerle firme en el buen camino y
permanecer en él.
Cuando se recibe el Evangelio en su pureza y con todo su poder,
es un remedio para las enfermedades originadas por el pecado. Sale
el Sol de justicia, “trayendo salud eterna en sus alas”.
Malaquías 4:2
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