Página 300 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 39—La importancia de la limpieza
Para tener buena salud, debemos tener buena sangre, pues la san-
gre es la corriente de la vida. Repara los desgastes y nutre el cuerpo.
Provista de los elementos convenientes y purificada y vitalizada
por el contacto con el aire puro, da vida y vigor a todas partes del
organismo. Cuanto más perfecta sea la circulación, mejor cumplida
quedará aquella función
Aplicada externamente, el agua es uno de los medios más senci-
llos y eficaces para regularizar la circulación de la sangre. Un baño
frío o siquiera fresco es excelente tónico. Los baños calientes abren
los poros, y ayudan a eliminar las impurezas. Los baños calientes y
templados calman los nervios y regulan la circulación.
El ejercicio aviva y regula la circulación de la sangre; pero
en la ociosidad la sangre no circula con libertad, ni se efectúa su
renovación, tan necesaria para la vida y la salud. La piel también
se vuelve inactiva. Las impurezas no son eliminadas como podrían
serlo si un ejercicio activo estimulara la circulación, mantuviera la
piel en condición de salud, y llenara los pulmones con aire puro y
fresco
Hay que conceder a los pulmones la mayor libertad posible. Su
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capacidad se desarrolla mediante el libre funcionamiento, pero dis-
minuye si se los tiene apretados y comprimidos. De ahí los malos
efectos de la costumbre tan común, principalmente en las ocupa-
ciones sedentarias, de encorvarse al trabajar. En esta posición es
imposible respirar hondamente. La respiración superficial se vuelve
pronto un hábito, y los pulmones pierden la facultad de dilatarse.
Así se recibe una cantidad insuficiente de oxígeno. La sangre
se mueve perezosamente. Los productos tóxicos del desgaste, que
deberían ser eliminados por la espiración, quedan dentro del cuerpo
y corrompen la sangre. No sólo los pulmones, sino el estómago, el
hígado y el cerebro, quedan afectados. La piel se pone cetrina, la
digestión se retarda, se deprime el corazón, se anubla el cerebro,
los pensamientos se vuelven confusos, se entenebrece el espíritu,
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