Página 314 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
Los animales están enfermos, y al participar de su carne, im-
plantamos la semilla de la enfermedad en nuestros propios tejidos y
en nuestra sangre. Luego, cuando estamos expuestos a cambios en
una atmósfera palúdica somos más sensibles a los mismos; también
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cuando estamos expuestos a epidemias y a enfermedades contagio-
sas, el organismo no se halla en buena condición para resistir la
enfermedad.
Por la luz que Dios me ha dado sé que la incidencia de cáncer y
tumores se debe mayormente a un sistema de vida vulgar a base de
carne
En muchos puntos los peces se contaminan con las inmundicias
de que se alimentan y llegan a ser causa de enfermedades. Tal es
en especial el caso de los peces que tienen acceso a las aguas de
albañal de las grandes ciudades. Los peces que se alimentan de lo
que arrojan las alcantarillas pueden trasladarse a aguas distantes, y
ser pescados donde el agua es pura y fresca. Al servir de alimento
llevan la enfermedad y la muerte a quienes ni siquiera sospechan el
peligro.
Los efectos de una alimentación con carne no se advierten tal vez
inmediatamente, pero esto no prueba que esa alimentación carezca
de peligro. Pocos se dejan convencer de que la carne que han comido
es lo que envenenó su sangre y causó sus dolencias. Muchos mueren
de enfermedades debidas únicamente al uso de la carne, sin que
nadie sospeche la verdadera causa de su muerte
“El cerdo... os será inmundo”
En los tejidos del cerdo hormiguean los parásitos. Del cerdo
dijo Dios: “Os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni
tocaréis sus cuerpos muertos”.
Deuteronomio 14:8
. Este mandato
fue dado porque la carne del cerdo es impropia para servir como
alimento. Los cerdos se alimentan de desperdicios, y sólo sirven para
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ese fin. Nunca, en circunstancia alguna, debería ser consumida su
carne por los seres humanos. Imposible es que la carne de cualquier
criatura sea sana cuando la inmundicia es su elemento natural y se
alimenta de desechos
El cerdo, aunque constituye uno de los artículos más comunes
del régimen alimenticio, es uno de los más perjudiciales. Dios no