Página 352 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
quedaron restauradas. El aceite del amor elimina la irritación causada
por el mal. El Espíritu de Dios liga un corazón al otro; y hay en el
cielo música por la unión realizada.
Mientras los que están así unidos en la comunión cristiana ofre-
cen oración a Dios y se comprometen a obrar con justicia, a amar
la misericordia y a andar humildemente con Dios, reciben gran
bendición. Si se ha perjudicado a otros, continúen la obra de arre-
pentimiento, confesión y restitución, plenamente resueltos a hacerse
bien unos a otros. Este es el cumplimiento de la ley de Cristo.
“Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que
en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”.
Mateo 18:16
.
Tomad con vosotros personas de ánimo espiritual, y hablad de su
mal al que erró. Tal vez ceda a las súplicas unidas de sus hermanos.
Al ver cómo ellos están de acuerdo en el asunto, tal vez su mente
quede iluminada.
Y, “si no los oyere a ellos”, ¿qué debe hacerse? ¿Tendrán que
asumir algunas personas de la junta directiva la responsabilidad de
despedir de la iglesia al que erró? “Y si no los oyere a ellos,
dilo a
la iglesia
”.
Mateo 18:17
. Tome la iglesia un acuerdo con respecto a
sus miembros.
Y “si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”.
Mateo
18:17
. Si él no quiere escuchar a la iglesia, si rechaza todos los
esfuerzos hechos por salvarle, a la iglesia incumbe la responsabilidad
de separarle de su comunión. Su nombre debe entonces borrarse de
los libros
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El deber de la iglesia con aquellos que rehúsan su consejo
Ningún dirigente de la iglesia debe aconsejar, ninguna junta
directiva recomendar, ni ninguna iglesia votar que el nombre de
una persona que obra mal sea excluido de los libros de la iglesia,
hasta que se hayan seguido fielmente las instrucciones dadas por
Cristo. Cuando estas instrucciones se hayan cumplido, la iglesia
queda justificada delante de Dios. El mal debe, pues, presentarse tal
cual es, y debe ser suprimido, a fin de que no se propague. La salud y
la pureza de la iglesia deben ser preservadas, para que ella aparezca
delante de Dios sin mancha, revestida del manto de la justicia de
Cristo.