Página 36 - Consejos para la Iglesia (1991)

Basic HTML Version

X X X I I
Consejos para la Iglesia
apropiado para comer, la necesidad del ejercicio y del descanso
adecuados, como también la importancia de confiar en Dios para
mantener un cuerpo fuerte y sano.
La luz que recibió de Dios acerca de la dieta y de los peligros de
los alimentos a base de carne le hizo cambiar su opinión personal de
que la carne era esencial para tener salud y fuerza. Con la luz que
había recibido en la visión, instruyó a la cocinera que preparaba los
[35]
alimentos para la familia para que pusiera en la mesa sólo alimentos
saludables y sencillos preparados con cereales, vegetales, nueces,
leche, crema y huevos. Había abundancia de frutas. En ese tiempo
la familia White adoptó esencialmente una dieta vegetariana. En el
año 1894, Elena G. de White desterró completamente la carne de su
mesa. La reforma pro salud fue una gran bendición para la familia
White, como lo ha sido para miles de familias adventistas alrededor
del mundo.
Después de la visión sobre la reforma pro salud en 1863, y la
adopción de métodos sencillos para tratar a los enfermos, con fre-
cuencia los vecinos llamaban a los White en tiempos de enfermedad
para que los ayudaran con tratamientos, y el Señor bendijo gran-
demente sus esfuerzos. En otras ocasiones les traían los enfermos
a su casa y cuidaban tiernamente de ellos hasta que se mejoraban
completamente.
Elena G. de White gozaba de períodos de descanso y recreación,
ya fuera en la montaña, en algún lago, o en el mar. Cuando era de
mediana edad, y vivía cerca de la Pacific Press, en la parte norte
de California, le ofrecieron pasar un día de descanso y recreación.
La invitaron junto con un grupo de obreros de su oficina para que
se uniera con un grupo de obreros de la casa editora, y sin demora
aceptó la invitación. Su esposo estaba en el este atendiendo asuntos
de la iglesia. Encontramos un relato de su experiencia en una carta
que le escribió a su esposo.
Después de gozar de un saludable almuerzo en la playa, todo el
grupo fue a la bahía de San Francisco para un paseo en un barco de
[36]
vela. El capitán de la tripulación era miembro de iglesia, y fue una
tarde muy placentera. Después se propuso que salieran hacia el mar
abierto. Al referirse a esa experiencia, escribió:
“Las olas se elevaban a gran altura, y nosotros éramos arrojados
de aquí para allá bruscamente. Mis sentimientos se encontraban a