La observancia del santo sábado de Dios
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Tomen parte los niños en el culto de familia. Traigan todos
sus Biblias, y lea cada uno de ellos uno o dos versículos. Luego
cántese algún himno familiar, seguido de oración. Para ésta, Cristo
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ha dejado un modelo. El Padrenuestro no fue destinado a ser repetido
simplemente como una fórmula, sino que es una ilustración de lo
que deben ser nuestras oraciones: sencillas, fervientes y abarcantes.
En una simple oración, expresad al Señor vuestras necesidades,
y gratitud por su misericordia. Así invitáis a Jesús como vuestro
huésped bienvenido en el hogar y el corazón. En la familia, las largas
oraciones acerca de objetos remotos no están en su lugar. Hacen
cansadora la hora de la oración, cuando debiera ser considerada
como un privilegio y una bendición. Procurad que ese momento
ofrezca interés y gozo.
Al bajar el sol, señalen la voz de la oración y el himno de ala-
banza el fin de las horas sagradas, e invitad a Dios a acompañaros
con su presencia en los cuidados de la semana de trabajos.
Santificar el sábado para el Señor significa salvación eterna. Dios
dice: “Yo honraré a los que me honran”.
1 Samuel 2:30
Las horas más sagradas de la familia
La escuela sabática y la reunión del culto ocupan sólo una parte
del sábado. La parte que queda para la familia puede abarcar las
más sagradas y preciosas horas del sábado. Mucho de este tiempo
deben pasarlo los padres con sus hijos. En muchas familias se deja
solos a los niños menores, para que se diviertan lo mejor que puedan.
En tales condiciones, no tardan en volverse inquietos, empiezan a
jugar y se dedican a causar perjuicios. Así el sábado no tiene para
ellos significado sagrado. Cuando el tiempo es agradable, paseen
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los padres con sus hijos por los campos y huertos. En medio de las
cosas hermosas de la naturaleza, explíquenles por qué fue instituido
el sábado. Descríbanles la gran obra creadora de Dios. Díganles que
cuando la tierra salió de su mano era santa y hermosa. Cada flor, cada
arbusto, cada árbol, respondía al propósito de su Creador. Todo lo
que veían los ojos era hermoso y llenaba la mente de pensamientos
relativos al amor de Dios. Todo sonido era música en armonía con
la voz de Dios. Mostradles que fue el pecado lo que mancilló la
obra perfecta de Dios; que las espinas y los cardos, el pesar y la