Página 364 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
lecciones de la historia sagrada. Los padres, tanto como los hijos,
recibirán beneficio de este estudio. Apréndanse de memoria, no
como una tarea, sino como un privilegio, los pasajes más importantes
de las Escrituras que están relacionados con la lección. Aunque al
principio la memoria sea defectuosa, por medio del ejercicio irá
ganando fuerza, de manera que después de un tiempo os deleitaréis
en atesorar de esta manera las preciosas palabras de verdad. Y la
costumbre resultará ser una ayuda valiosísima para el crecimiento
religioso...
Sed sistemáticos en el estudio de las Escrituras con vuestras
familias. Dejad cualquier cosa de naturaleza temporal; omitid toda
costura innecesaria y provisión de mesa de que no se haya menester,
pero aseguraos de que el alma sea alimentada con el pan de vida. Es
imposible calcular los buenos resultados de una hora, o aun media
hora, cada día, dedicadas de una manera gozosa y sociable a la
Palabra de Dios. Haced de la Biblia su propio intérprete, reuniendo
todo lo que ella en diferentes tiempos y circunstancias dice tocante
a un asunto determinado. No interrumpáis vuestra clase doméstica
al venir visitas. Si éstas llegan durante el estudio, invitadlas a tomar
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parte en él. Manifestad que consideráis más importante obtener un
conocimiento de la Palabra de Dios que adquirir las ganancias o
placeres del mundo.
En algunas escuelas [sabáticas], siento decirlo, prevalece la cos-
tumbre de leer [literalmente] el folleto de la lección. Esto no debería
ser así. No hay necesidad de que así sea, si el tiempo que muchas
veces se emplea inútil y pecaminosamente es dedicado al estudio
de las Escrituras. No hay razón alguna para que las lecciones de
la escuela sabática deban ser aprendidas menos perfectamente por
los maestros o alumnos que las de la escuela diaria. Deberían ser
aprendidas mejor, puesto que tratan de asuntos infinitamente más
importantes. La negligencia en esto desagrada a Dios.
Es menester que el corazón de quienes enseñan en la escuela
sabática sea calentado y vigorizado por la verdad de Dios, no siendo
oidores solamente, sino también hacedores de la Palabra. Deberían
nutrirse de Cristo, como los pámpanos se nutren de la vid. El rocío
de gracia celestial debería caer sobre ellos, para que su corazón
fuese como planta preciosa, cuyos capullos se abren y desarrollan
y despiden grata fragancia, como flores en el jardín de Dios. Los