Página 367 - Consejos para la Iglesia (1991)

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La observancia del santo sábado de Dios
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el mismo raciocinio demostraría que los hombres pueden trabajar
en sábado porque deben ganar el pan de sus hijos; y no habría límite
ni frontera para indicarnos lo que debe hacerse y lo que no debe
hacerse.
Nuestros hermanos no pueden esperar la aprobación de Dios
mientras colocan a sus hijos donde les es imposible obedecer el
cuarto mandamiento. Deben esforzarse por hacer algún arreglo con
las autoridades para que sus hijos sean excusados de asistir a la
escuela el séptimo día. Si esto fracasa, entonces su deber es claro:
obedecer a cualquier costo los requerimientos de Dios.
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Algunos insistirán en que el Señor no es tan meticuloso en sus
requerimientos; que no es su deber observar estrictamente el sábado
con tanta pérdida, ni ponerse en conflicto con las leyes del país.
Pero en esto es precisamente donde viene la prueba, en saber si
honraremos la ley de Dios por encima de los requerimientos de
los hombres. Esto es lo que hará distinción entre quienes honran a
Dios y quienes le deshonran. En esto es donde hemos de demostrar
nuestra lealtad. La historia del trato de Dios con su pueblo en todas
las épocas demuestra que él exige una obediencia estricta.
Si los padres permiten que sus hijos reciban educación en el
mundo y hagan del sábado un día común, entonces no podrá ser
puesto sobre ellos el sello de Dios. Serán destruidos con el mundo: y,
¿no recaerá su sangre sobre los padres? Pero si enseñamos fielmente
a nuestros hijos los mandamientos de Dios, los sometemos a la
autoridad paternal y luego por la fe y la oración los confiamos a
Dios, él cooperará con nuestros esfuerzos porque lo ha prometido.
Y cuando el azote abrumador recorra la tierra, ellos estarán con
nosotros escondidos en el pabellón secreto del Señor
Un día de descanso de las actividades seculares
Es de parte del hombre mortal la más grosera presunción aven-
turarse a hacer una especie de componenda con el Todopoderoso
a fin de asegurar sus propios intereses temporales mezquinos. El
emplear ocasionalmente el sábado para los negocios seculares es
una violación tan flagrante de la ley como el rechazarla enteramente;
porque es hacer de los mandamientos del Señor un asunto de conve-
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niencia. “Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso” (
Éxodo 20:5
), es lo