Consejos sobre mayordomía
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proporción en que Dios ha dado su propiedad al hombre, el hombre
debe devolverle un diezmo fiel de toda su substancia. Este arreglo
preciso fue hecho por Jesucristo mismo
La verdad para este tiempo debe ser proclamada hasta en los
rincones obscuros de la tierra, y esta obra puede empezar en nuestro
propio país. Los que siguen a Cristo no deben vivir egoístamen-
te; sino que, compenetrados del Espíritu de Cristo, deben obrar en
armonía con él
La gran obra que Jesús anunció que había venido a hacer fue
confiada a los que le siguen en la tierra.
El ha dado a su pueblo un plan para obtener sumas suficientes
con qué financiar sus empresas. El plan de Dios en el sistema del
diezmo es hermoso por su sencillez e igualdad. Todos pueden prac-
ticarlo con fe y valor porque es de origen divino. En él se combinan
la sencillez y la utilidad, y no requiere profundidad de conocimien-
to para comprenderlo y ejecutarlo. Todos pueden sentir que son
capaces de hacer una parte para llevar a cabo la preciosa obra de
salvación. Cada hombre, mujer y joven puede llegar a ser un tesorero
del Señor, un agente para satisfacer las demandas de la tesorería.
Dice el apóstol; “Cada uno de vosotros ponga aparte algo, según
haya prosperado”.
1 Corintios 16:2
.
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Por este sistema se alcanzan grandes objetos. Si todos lo acepta-
sen, cada uno sería un vigilante y fiel tesorero de Dios, y no faltarían
recursos para llevar a cabo la gran obra de proclamar el último men-
saje de amonestación al mundo. La tesorería estará llena si todos
adoptan este sistema, y los contribuyentes no serán más pobres por
ello. Mediante cada inversión hecha, llegarán a estar más vinculados
a la causa de la verdad presente. Estarán “atesorando para sí buen
fundamento para lo por venir”, a fin de “que echen mano de la vida
eterna”.
1 Timoteo 6:19
.
Al ver los que trabajan con perseverancia y sistemáticamente que
sus generosos empeños tienden a alimentar el amor a Dios y a sus
semejantes, y que sus esfuerzos personales extienden su esfera de
utilidad, comprenderán que reporta una gran bendición el colaborar
con Cristo. La iglesia cristiana por lo general no reconoce el derecho
de Dios de exigirle que dé ofrendas de las cosas que posee, para
sostener la guerra contra las tinieblas morales que inundan al mundo.