Página 378 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
En la dispensación mosaica, Dios pedía de los hombres que
diesen la décima parte de todas sus ganancias. Les confiaba las cosas
de esta vida, como talentos que debían devolver perfeccionados.
Ha requerido la décima parte, y la exige como lo mínimo que le
debemos devolver. Dice: Os doy las nueve décimas, y os pido una; es
mía. Cuando los hombres retienen el diezmo roban a Dios. Además
del diezmo, se requerían ofrendas por el pecado, ofrendas pacíficas
y de agradecimiento a Dios.
Todo lo que se retiene de lo que Dios pide, o sea el diezmo,
queda registrado en los libros del cielo como un robo hecho a él. Los
que lo cometen defraudan a su Creador, y cuando se les presenta este
pecado de negligencia, no es suficiente que cambien su conducta y
empiecen desde entonces a obrar según el debido principio. Esto no
corregirá las cifras escritas en los registros celestiales por su desfalco
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de la propiedad que se les ha confiado para que la devuelvan al
Prestamista. Deben arrepentirse de su infidelidad para con Dios y de
su vil ingratitud.
Cuandoquiera que los hijos de Dios, en cualquier época de la
historia del mundo, ejecutaron alegre y voluntariamente el plan
de la benevolencia sistemática y de los dones y ofrendas, han visto
cumplirse la permanente promesa de que la prosperidad acompañaría
todas sus labores en la misma proporción en que le obedeciesen.
Siempre que reconocieron los derechos de Dios y cumplieron con sus
requerimientos, honrándole con su substancia, sus alfolíes rebosaron;
pero cuando robaron a Dios en los diezmos y las ofrendas, tuvieron
que darse cuenta de que no sólo le estaban robando a él, sino que se
defraudaban a sí mismos; porque él limitaba las bendiciones que les
concedía en la proporción en que ellos limitaban las ofrendas que le
llevaban
El hombre que sufrió desgracias y se endeudó, no debe tomar la
parte del Señor para cancelar sus deudas con sus semejantes. Debe
considerar que se lo está probando en este asunto y que al usar para
sí la parte del Señor roba al Dador. Es deudor a Dios por todo lo que
tiene, pero llega a ser doblemente deudor cuando emplea el fondo del
Señor para pagar lo que debe a seres humanos. Frente a su nombre
se escriben en los libros del cielo las palabras: “Infidelidad a Dios”.
Tiene que arreglar una cuenta con Dios por haberse apropiado de los
recursos del Señor para su propia conveniencia. Y en su manejo de