Consejos sobre mayordomía
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vecino. Ninguna obligación legal tiene más fuerza para el cristiano
en cuanto al desembolso de dinero, que una promesa hecha a Dios.
Las personas que hacen tales promesas a sus semejantes, no pien-
san generalmente en pedir que se los libre de sus compromisos. Un
voto hecho a Dios, el Dador de todos los favores, es de importancia
aún mayor; por lo tanto, ¿por qué habríamos de quedar libres de
nuestros votos a Dios? ¿Considerará el hombre su promesa como
de menos fuerza porque ha sido hecha a Dios? Por el hecho de que
su voto no será llevado a los tribunales, ¿es menos válido? ¿Habrá
de robar a Dios un hombre que profesa ser salvado por la sangre del
infinito sacrificio de Jesucristo? ¿No resultan sus votos y sus actos
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pesados en las balanzas de justicia de los ángeles celestiales?
Una iglesia es responsable de las promesas hechas por sus miem-
bros individualmente. Si ve que algún hermano descuida el cum-
plimiento de sus votos, debe trabajar con él bondadosa pero abier-
tamente. Si está en circunstancias tales que le resulta imposible
pagarlo, si es un miembro digno, de corazón voluntario, entonces
ayúdele compasivamente la iglesia. Así pueden sus miembros salvar
la dificultad y recibir ellos mismos una bendición
Ofrendas de agradecimiento que deben ser puestas aparte
para los pobres
En toda iglesia debe establecerse un fondo para los pobres. Lue-
go cada miembro presentará una ofrenda de agradecimiento a Dios
cada semana o cada mes, según resulte más conveniente. Esta ofren-
da expresará nuestra gratitud por los dones de la salud, el alimento y
las ropas cómodas. Y en la medida en que Dios nos bendijo con estas
comodidades, apartaremos recursos para los pobres, los dolientes y
los angustiados. Quisiera llamar especialmente la atención de los
hermanos a este punto. Recordemos a los pobres. Privémonos de
algunos de nuestros lujos; sí, aun de comodidades, y ayudemos a
aquellos que pueden obtener solamente la más escasa alimentación e
indumentaria. Al obrar en su favor, obramos para Jesús en la persona
de sus santos. El se identifica con la humanidad doliente. No aguar-
demos hasta que hayan sido satisfechas todas nuestras necesidades
imaginarias. No confiemos en nuestros sentimientos para dar cuando
nos sintamos dispuestos a ello, y retener cuando no nos inclinemos a
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