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Consejos para la Iglesia
por los discípulos, a fin de que recordasen siempre sus lecciones de
humildad y servicio.
El rito de preparación
Este rito es la preparación indicada por Cristo para el servicio
sacramental. Mientras se alberga orgullo y divergencia y se contiende
por la supremacía, el corazón no puede entrar en comunión con
Cristo. No estamos preparados para recibir la comunión de su cuerpo
y su sangre. Por esto, Jesús indicó que se observase primeramente la
ceremonia conmemorativa de su humillación.
Al llegar a este rito, los hijos de Dios deben recordar las palabras
del Señor de vida y gloria: “¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros
me llamáis Maestro y Señor; y decís bien porque lo soy. Pues si
yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os
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he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor,
ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciéreis”.
Juan 13:12-17
. Hay en el
hombre una disposición a estimarse más que a su hermano, a trabajar
para sí, a buscar el puesto más alto; y con frecuencia esto produce
malas sospechas y amargura de espíritu. El rito que precede a la cena
del Señor está destinado a aclarar estos malentendidos, a sacar al
hombre de su egoísmo, a bajarle de sus zancos de exaltación propia
y darle la humildad de corazón que le inducirá a servir a su hermano.
El santo Vigilante del cielo está presente en estos momentos
para hacer de ellos momentos de escrutinio del alma, de convicción
del pecado y de bienaventurada seguridad de que los pecados están
perdonados. Cristo, en la plenitud de su gracia, está allí para cam-
biar la corriente de los pensamientos que han estado dirigidos por
cauces egoístas. El Espíritu Santo despierta las sensibilidades de
aquellos que siguen el ejemplo de su Señor. Al ser recordada así la
humillación del Salvador por nosotros, los pensamientos se vinculan
con los pensamientos; se evoca una cadena de recuerdos de la gran
bondad de Dios y del favor y ternura de los amigos terrenales.
Dondequiera que este rito se celebra debidamente, los hijos de
Dios se ponen en santa relación, para ayudarse y bendecirse unos a