Página 42 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
en la llama de la lámpara. Con esta información ante ella, la joven
confesó que había tomado la redecilla y que la había quemado para
que no fuera descubierta. Arregló el asunto con la Sra. de White y
con el Señor.
Podemos pensar que esto es un asunto insignificante para que el
Señor se molestara por eso. Pero era un asunto mucho más impor-
tante que el valor de una redecilla hurtada. Aquí estaba una joven
miembro de la Iglesia Adventista. Creía que vivía correctamente,
pero no veía los defectos de su propio carácter. No veía su egoísmo,
que la llevó a hurtar y engañar. Ahora, cuando se dio cuenta de lo
importante que son las cosas pequeñas, tanto como para que Dios
le diera una visión a su atareada mensajera aquí en la tierra acer-
ca de una redecilla para el cabello, comenzó a ver las cosas en su
verdadera luz. Esta experiencia fue el punto decisivo en su vida
He allí una de las razones por las que le fueron dadas visiones a
Elena G. de White. Aunque muchos de los testimonios escritos por
ella tuvieron aplicaciones muy específicas, presentan sin embargo
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principios que hacen frente a las necesidades de la iglesia en cada
país del mundo. Elena G. de White ha hecho claro el propósito y el
lugar de los testimonios en estas palabras:
“Los testimonios escritos no son dados para proporcionar nueva
luz, sino para impresionar vívidamente en el corazón las verdades
de la inspiración ya reveladas. El deber del hombre hacia Dios y
sus semejantes ha sido especificado distintamente en la Palabra de
Dios. Sin embargo, son pocos entre vosotros los que obedecen a
la luz dada. No son sacadas a relucir verdades adicionales; sino
que Dios ha simplificado por medio de los
Testimonios
las grandes
verdades ya dadas... Los
Testimonios
no han de empequeñecer la
Palabra de Dios, sino exaltarla, y atraer las mentes a ella, para que
pueda impresionar a todos la hermosa sencillez de la verdad”
Elena G. de White mantuvo la Palabra de Dios ante el pueblo
durante toda su vida. Al terminar de escribir su primer libro declaró:
“Recomiendo al amable lector la Palabra de Dios como regla de
fe y práctica. Por esa Palabra hemos de ser juzgados. En ella Dios
ha prometido dar visiones en los “
postreros días
“; no para tener una
nueva norma de fe, sino para consolar a su pueblo, y para corregir a
los que se apartan de la verdad bíblica”