Página 44 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
del mundo la patrocinarían; llegaría a ser popular y realizaría una
obra mayor. Esta idea les pareció muy plausible.
“Vi que sus rostros se animaban y empezaban a sugerir ideas
para que la
Sentinel
llegara a ser un éxito popular. Todo el asunto
fue sugerido por hombres que necesitaban tener la verdad en las
cámaras de la mente y el alma”.
Es claro que vio a un grupo de hombres discutiendo los planes
editoriales de esta revista. Después de la apertura del congreso de
la Asociación General en marzo de 1891, se le pidió que hablara a
los obreros cada mañana a las 5:30 y que dirigiera la palabra a toda
la asamblea de unos 4.000 oyentes el sábado por la tarde. El texto
que escogió para el sábado por la tarde fue: “Así alumbre vuestra
luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Todo el sermón
fue un poderoso llamamiento para que los adventistas del séptimo
día mantuvieran al frente las grandes verdades distintivas de su fe.
Tres veces durante el sermón trató de contar la visión que tuvo en
Salamanca, estado de Nueva York, pero sin éxito. Sencillamente
había olvidado los acontecimientos de la visión. Entonces dijo: “De
eso les hablaré más tarde”. Siguió con su sermón más o menos
durante una hora, y la reunión se clausuró. Todos se dieron cuenta
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de que no había podido recordar la visión.
El presidente de la Asociación General fue a verla y le preguntó
si iba a encargarse de la reunión de la mañana.
“No”, contestó. “Me siento cansada; he dado mi testimonio.
Usted debe hacer otros planes para la reunión de la mañana”. Así lo
hicieron.
Cuando Elena G. de White regresó a su casa, le dijo a los miem-
bros de su familia que no asistiría a la reunión de la mañana. Estaba
cansada y se iba a tomar un buen descanso. Dormiría el domingo
por la mañana, e hizo planes para ello.
s
Aquella noche, después de terminar la sesión del congreso, un
pequeño grupo de hombres se reunió en una de las oficinas del edifi-
cio de la Review and Herald. En esa reunión había representantes
de la casa publicadora que editaba el
American Sentinel
, y estaban
presentes también los representantes de la Asociación de Libertad
Religiosa. Se reunieron para discutir y resolver un asunto muy mo-
lesto: la norma editorial del
American Sentinel.
Alguien cerró con