Página 447 - Consejos para la Iglesia (1991)

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La falsa ciencia: el moderno vestido de luz de Satanás
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Por la oración y la confesión de nuestros pecados, debemos
preparar el camino del Rey. Mientras lo hagamos, vendrá a nosotros
el poder del Espíritu. Necesitamos la energía de Pentecostés, y ella
vendrá porque el Señor prometió enviar su Espíritu.
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Nos esperan tiempos peligrosos. Todo aquel que tiene conoci-
miento de la verdad deberá despertarse y entregarse en cuerpo, alma
y mente, bajo la disciplina de Dios. El enemigo nos persigue; debe-
mos estar bien despiertos y prevenidos contra él: debemos revestir la
armadura completa de Dios; debemos seguir las direcciones que nos
han sido dadas por el espíritu de profecía. Debemos amar la verdad
presente y obedecerla. Esto nos preservará de aceptar graves errores.
Dios nos ha hablado por su Palabra, por los testimonios enviados
a la iglesia y por los libros que han contribuido a explicar nuestro
deber presente y la posición que debiéramos ocupar actualmente.
Debemos prestar atención a las advertencias que nos han sido dadas
línea tras línea, precepto tras precepto; si las descuidamos, ¿de qué
excusa nos valdremos?
Suplico a los que trabajan por Dios que no acepten lo falso por
lo auténtico. No pongáis la razón humana donde debiera estar la
verdad divina y santificadora. Cristo espera la ocasión de encender
la fe y el amor en el corazón de sus hijos. Ninguna doctrina errónea
reciba apoyo de parte del pueblo que debiera estar afirmado sobre el
pedestal de la verdad eterna. Dios nos invita a que nos aferremos a
los principios fundamentales que están basados sobre una autoridad
indiscutible
Nuestra seguridad está en amar y conocer su palabra
Ha entrado en el corazón de no pocas personas que por mucho
tiempo han estado en la verdad un espíritu de crítica inexorable. Son
mordaces y buscan faltas en todo. Subieron al sitial de la justicia
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y condenan a los que no se amoldan a sus ideas. Dios pide que se
humillen y se le acerquen por medio del arrepentimiento y de la
confesión de sus pecados. Les dice: “Pero tengo contra ti, que has
dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de donde has caído, y
arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a
ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.