Página 457 - Consejos para la Iglesia (1991)

Basic HTML Version

La crisis venidera
453
esfuerzo resuelto para lograr simetría de carácter. “Si oyereis hoy su
[609]
voz, no endurezcáis vuestros corazones”.
Hebreos 3:7, 8, 15
.
Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será nun-
ca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros.
Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y
amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres
y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el
sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para
el cielo. Avanzad, mis hermanos y hermanas. Puedo escribir sólo
brevemente acerca de estos puntos en este momento y llamar sim-
plemente vuestra atención a la necesidad de preparación. Escudriñad
las Escrituras por vosotros mismos a fin de comprender la terrible
solemnidad de la hora actual
El sábado será el punto culminante
La cuestión del sábado será el punto culminante del gran con-
flicto final en el cual todo el mundo tomará parte. Los hombres han
honrado los principios de Satanás por encima de los principios que
rigen los cielos. Han aceptado el falso día de descanso que Satanás
ha exaltado como señal de su autoridad. Pero Dios ha puesto su sello
sobre su requerimiento real. Ambos días de reposo llevan el nombre
de su autor, una marca imborrable que demuestra la autoridad de
cada uno. Es nuestra obra inducir a la gente a comprender esto.
Debemos mostrarle que es de consecuencia vital llevar la marca del
reino de Dios o la marca de la rebelión, porque se reconocen súbdi-
tos del reino cuya marca llevan. Dios nos ha llamado a enarbolar el
[610]
estandarte de su sábado pisoteado. ¡Cuán importante es, pues, que
nuestro ejemplo sea correcto en la observancia del sábado
La misma mente magistral que maquinó contra los fieles en si-
glos pasados sigue procurando librar la tierra de aquellos que temen
a Dios y obedecen su ley. Satanás excitará indignación contra la
humilde minoría que concienzudamente se niega a aceptar las cos-
tumbres y tradiciones populares. Hombres de posición y reputación
se unirán con los inicuos y los viles para maquinar contra el pueblo
de Dios. La riqueza, el genio y la educación se combinarán para
cubrirlos de escarnio. Los perseguidores gobernantes, ministros de la
religión y miembros de las iglesias conspirarán contra ellos. De viva