Página 59 - Consejos para la Iglesia (1991)

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El tiempo del fin
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acumulan fortunas colosales por medio de toda clase de opresiones
y extorsiones.
Se me hizo contemplar una noche los edificios que, piso tras
piso, se elevaban hacia el cielo. Esos inmuebles... eran garantizados
[como] incombustibles. Se elevaban siempre más alto y los materia-
les más costosos entraban en su construcción. Los propietarios no se
preguntaban cómo podían glorificar mejor a Dios. El Señor estaba
ausente de sus pensamientos.
Mientras que esas altas construcciones se levantaban, sus pro-
pietarios se regocijaban con orgullo, por tener suficiente dinero para
satisfacer sus ambiciones y excitar la envidia de sus vecinos. Una
gran parte del dinero así empleado había sido obtenido injustamente,
explotando al pobre. Olvidaban que en el cielo toda transacción co-
mercial es anotada, que todo acto injusto y todo negocio fraudulento
son registrados.
La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de
incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados [co-
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mo] incombustibles, y decían: “Están perfectamente seguros”. Pero
esos edificios fueron consumidos como el alquitrán. Las bombas
contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos
no podían hacer funcionar sus máquinas.
Me fue dicho que cuando llegue el día del Señor, si no ocurre
algún cambio en el corazón de ciertos hombres orgullosos y llenos
de ambición, ellos comprobarán que la mano otrora poderosa para
salvar, lo será igualmente para destruir. Ninguna fuerza terrenal pue-
de sujetar la mano de Dios. No hay materiales capaces de preservar
de la ruina a un edificio cuando llegue el tiempo fijado por Dios
para castigar el desconocimiento de sus leyes y el egoísmo de los
ambiciosos.
Raros son, aun entre los educadores y los gobernantes, quienes
perciben las causas reales de la actual situación de la sociedad.
Aquellos que tienen en sus manos las riendas del poder son incapaces
de resolver el problema de la corrupción moral, del pauperismo y el
crimen que siempre aumentan. En vano se esfuerzan por dar a los
asuntos comerciales una base más segura. Si los hombres quisieran
prestar más atención a las enseñanzas de la Palabra de Dios, hallarían
la solución de los problemas que los preocupan.