Página 80 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
ideado para su destrucción resultó ser su propia ruina. A la orden
del rey ellos fueron echados en el foso, e instantáneamente fueron
devorados por las bestias salvajes.
Al acercarse el tiempo de la terminación de los setenta años
de cautiverio, Daniel se aplicó en gran manera al estudio de las
profecías de Jeremías.
Daniel no proclama su propia fidelidad ante el Señor. En lugar
de pretender ser puro y santo, este honrado profeta se identifica hu-
mildemente con el Israel verdaderamente pecaminoso. La sabiduría
que Dios le había impartido era tan superior a la sabiduría de los
grandes hombres del mundo, como la luz del sol que brilla en los
cielos al mediodía es más brillante que la más débil estrella. Y sin
embargo, ponderad la oración que sale de los labios de este hombre
tan altamente favorecido del cielo. Con profunda humillación, con
lágrimas y con un corazón contrito, ruega por sí mismo y por su pue-
blo. Abre su alma delante de Dios, confesando su propia indignidad
y reconociendo la grandeza y la majestad del Señor.
Mientras se eleva la oración de Daniel, el ángel Gabriel viene
volando desde los atrios del cielo, para decirle que sus peticiones
han sido escuchadas y contestadas. Este ángel poderoso ha sido
comisionado para darle entendimiento y comprensión: para abrir
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delante de él los misterios de las edades futuras. Así, mientras trata
fervorosamente de conocer y comprender la verdad, Daniel se pone
en comunicación con el mensajero delegado del cielo.
En respuesta a su petición, Daniel recibió no solamente la luz y
la verdad que él y su pueblo necesitaban en gran manera, sino una vi-
sión de los grandes acontecimientos del futuro, hasta el advenimiento
del Redentor del mundo. Los que pretenden estar santificados, y sin
embargo no tienen deseo de investigar las Escrituras o de luchar
con Dios en oración para obtener una comprensión más clara de la
verdad bíblica, no saben lo que es la verdadera santificación.
Daniel habló con Dios. El cielo se abrió delante de él. Pero
los altos honores que se le concedieron fueron el resultado de la
humillación y su ferviente búsqueda. Todos los que creen de todo
corazón la Palabra de Dios tendrán hambre y sed del conocimiento
de su voluntad. Dios es el autor de la verdad. El ilumina el entendi-
miento entenebrecido, y da a la mente humana poder para captar y
comprender las verdades que él ha revelado.