Página 97 - Consejos para la Iglesia (1991)

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“Heme aquí, señor, envíame a mí”
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Pedro 3:18
. Por lo tanto, son débiles en fe, deficientes en conoci-
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miento, y niños en experiencia. No están arraigados ni afirmados en
la verdad. Si permanecen así, los muchos engaños de los postreros
días los seducirán seguramente; porque no tendrán visión espiritual
para discernir entre la verdad y el error
Dios desea otorgar el don del Espíritu Santo
Cuando obreros de experiencia inician una campaña de evangeli-
zación en un lugar donde hay miembros de nuestra iglesia, es deber
solemne de los creyentes que están radicados allí hacer cuanto esté
a su alcance para preparar el camino del Señor. Deben escudriñar
su corazón con oración y quitar de él todo pecado que les impida
cooperar con Dios y con sus hermanos.
En visiones de la noche pasó delante de mí un gran movimien-
to de reforma en el seno del pueblo de Dios. Muchos alababan a
Dios. Los enfermos eran sanados y se efectuaban otros milagros.
Se advertía un espíritu de oración como lo hubo antes del gran día
de Pentecostés. Veíase a centenares y miles de personas visitando
las familias y explicándoles la Palabra de Dios. Los corazones eran
convencidos por el poder del Espíritu Santo, y se manifestaba un
espíritu de sincera conversión. En todas partes las puertas se abrían
de par en par para la proclamación de la verdad. El mundo pare-
cía iluminado por la influencia divina. Los verdaderos y sinceros
hijos de Dios recibían grandes bendiciones. Oí las alabanzas y las
acciones de gracias: parecía una reforma análoga a la del año 1844
Dios desea dar a su pueblo el refrigerio del Espíritu Santo, bau-
tizándolo nuevamente en su amor. La falta de poder espiritual no
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tiene razón de ser en la iglesia. Después de la ascensión de Cristo,
el Espíritu Santo bajó sobre los discípulos que esperaban, oraban y
creían, con una plenitud y poder que llenó todos los corazones. En lo
porvenir, toda la tierra debe ser iluminada con la gloria de Dios. Los
que habrán sido santificados por la verdad ejercerán sobre el mundo
una santa influencia; una atmósfera de gracia rodeará el mundo. El
Espíritu Santo obrará en los corazones, tomando las cosas de Dios y
revelándolas a los hombres
El Señor está dispuesto a hacer una obra en favor de los que
creen verdaderamente en él. Si los miembros laicos de la iglesia se