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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
propios hábitos pervertidos, y enfermedades repugnantes corrompen
la sangre y enervan el cerebro. La mayor parte de los hombres y
mujeres permanecen en la ignorancia de las leyes que rigen su ser,
complacen el apetito y la pasión a expensas del intelecto y las nor-
mas morales, y parecen dispuestos a seguir ignorando los resultados
de su violación de las leyes naturales. Complacen el apetito perver-
tido en el uso de venenos lentos, que corrompen la sangre y minan
las fuerzas nerviosas, y en consecuencia les acarrean enfermedad y
muerte. Sus amigos adjudican los resultados de esta conducta a la
dispensación de la Providencia. En esto insultan al cielo. Ellos se
rebelaron contra las leyes de la naturaleza, y sufrieron el castigo que
trae aparejado el abusar de sus leyes. El sufrimiento y la mortalidad
prevalecen hoy por doquiera, especialmente entre los niños. ¡Cuán
grande es el contraste entre esta generación y la que vivió durante
los primeros dos mil años!—
Testimonies for the Church 3:140, 141
(1872)
.
Los resultados sociales del apetito incontrolado
[143]
196. La naturaleza expresará su protesta contra toda transgresión
de las leyes de la vida. Ella soporta los abusos por todo el tiempo
que puede; pero finalmente viene la retribución, y ésta cae sobre las
facultades mentales así como sobre las físicas. Esa retribución no
termina con el transgresor; los efectos de la complacencia de éste se
ven en sus descendientes, y así el mal pasa de una generación a otra.
La juventud de hoy en día constituye un índice seguro del futuro
de la sociedad; y tal como lo vernos hoy, ¿qué podemos esperar de
ese futuro? La mayoría es adicta al placer y adversa al trabajo. Las
personas carecen de valor moral para negarse a sí mismas y respon-
der a las exigencias del deber. Tienen sólo poco dominio propio, y
se excitan y enojan por el menor motivo. Muchísimos individuos
de toda edad y condición de la vida carecen de principios de con-
ciencia; y con sus hábitos de ociosidad y despilfarro se arrojan al
vicio y están corrompiendo a la sociedad, tanto que nuestro mun-
do está llegando a ser una segunda Sodoma. Si los apetitos y las
pasiones estuvieran bajo el gobierno de la razón y la religión, la
sociedad presentaría un aspecto completamente distinto. Dios nunca
se propuso que existiera en el mundo la actual condición lastimo-