Los hábitos de alimentación inconvenientes como causa de enfermedad
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alimentos son demasiado suculentos. No están preparados en una
forma sencilla y natural, sino que son completamente inadecuados
para el estómago cuando los habéis preparado para agradar vuestro
gusto. La naturaleza resulta cargada, y trata de resistir vuestros es-
fuerzos para incapacitarla. Escalofríos y fiebres son el resultado de
esas tentativas para deshacerse de la carga que le habéis puesto enci-
ma. Debéis sufrir la penalidad de las leyes de la naturaleza violadas.
Dios ha establecido leyes en vuestro sistema que no podéis violar
sin sufrir el castigo correspondiente. Habéis consultado el gusto sin
preocuparos de la salud. Habéis hecho algunos cambios, pero habéis
tomado solamente algunos pasos en la reforma del régimen. Dios
exige de vosotros temperancia en todas las cosas. “Si, pues, coméis
o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.
1
Corintios 10:31
.
Culpando a la providencia
[149]
De todas las familias con las que estoy relacionada, ninguna
necesita los beneficios de la reforma pro salud más que vosotros. Ge-
mís bajo el peso de dolores y postraciones que no podéis explicar, y
tratáis de someteros a esa condición de tan buena gana como podéis,
pensando que la aflicción es vuestra suerte, y que la Providencia
lo ha ordenado así. Si pudierais abrir los ojos y pudierais ver los
pasos que habéis tomado en vuestra vida para llegar precisamente
a vuestra actual condición de salud empobrecida, os admiraríais de
vuestra ceguera a no ver el verdadero estado del caso que tenéis
delante. Habéis desarrollado apetitos antinaturales, y no sacáis de
vuestros alimentos ni la mitad del gusto que tendríais si no hubierais
usado vuestro apetito en forma equivocada. Habéis pervertido la
naturaleza, y habéis estado sufriendo las consecuencias, y esto ha
sido muy penoso.
El precio de “una buena comida”
La naturaleza soporta los abusos por tanto tiempo como puede
sin resistirse; pero de pronto despierta y realiza un gran esfuerzo
para liberarse de los estorbos y del mal tratamiento que ha sufrido.
Entonces vienen los dolores de cabeza, los escalofríos, las fiebres,
la nerviosidad, la parálisis, y otros males demasiado numerosos