Página 143 - Consejos Sobre el R

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comer en exceso
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percepción e intensos sentimientos. Más que nadie necesitan ser
sobrios en el comer. Nunca debiera haber en sus mesas manjares
costosos y suculentos.
Los que desempeñan cargos de confianza deben hacer diaria-
mente resoluciones de gran trascendencia. A menudo deben pensar
con rapidez, y esto sólo pueden hacerlo con éxito los que practican
la estricta templanza. La mente se fortalece bajo la influencia del
correcto tratamiento dado a las facultades físicas e intelectuales. Si
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el esfuerzo no es demasiado grande, cada nueva tarea añade nuevo
vigor. No obstante, muchas veces el trabajo de los que tienen planes
de acción importantes que estudiar y decisiones no menos impor-
tantes que tomar, queda siniestramente afectado por un régimen
alimenticio impropio. El desarreglo del estómago perturba la mente.
A menudo causa irritabilidad, aspereza o injusticia. Más de un plan
de acción que hubiera podido ser beneficioso para el mundo se ha
desechado; más de una medida injusta, opresiva y aun cruel ha sido
llevada a cabo a consecuencia de un estado morboso proveniente de
hábitos dietéticos erróneos.
Los de ocupación sedentaria, principalmente mental, que tengan
suficiente valor moral y dominio propio, podrán probar el satisfacerse
con dos o tres platos y no comer más de lo estrictamente necesario
para saciar el hambre. Hagan ejercicio activo cada día, y verán cómo
se benefician.
Los hombres robustos empeñados en trabajo físico activo no
tienen tanto motivo de fijarse en la cantidad y calidad del alimento
como las personas de hábitos sedentarios; pero aun ellos gozarán de
mejor salud si ejercen dominio propio en el comer y en el beber.
Hay quienes quisieran que se les fijara una regla exacta para
su alimentación. Comen con exceso y les pesa después, y cavilan
sobre lo que comen y beben. Esto no debiera ser así. Nadie puede
sentar reglas estrictas para los demás. Cada cual debe dominarse a
sí mismo y, fundado en la razón, obrar por principios sanos.—
El
Ministerio de Curación, 237-239 (1905)
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Las cenas tardías son particularmente dañinas—270
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