Página 167 - Consejos Sobre el R

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dominio del apetito
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¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no
es malo? Preséntalo, pues a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti,
o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos... Habéis además
dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los
ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis
ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová”.
Malaquías
1:6-8, 13
.
Demos cuidadosa atención a estas advertencias y reproches.
Aunque fueron dirigidos al antiguo Israel, no son menos aplicables
al pueblo de Dios hoy. Y debemos considerar las palabras del apóstol
en que él ruega a sus hermanos, por la misericordia de Dios, que
presenten sus cuerpos, “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”.
Esta es la verdadera santificación. No es meramente una teoría, una
emoción, o una forma de palabras, sino un principio vivo y activo
que entra en la vida cotidiana. Requiere que nuestros hábitos en el
comer, beber y vestir, sean tales que aseguren la preservación de
la salud física, mental y moral, de manera que podamos presentar
al Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por
los malos hábitos, sino como “un sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios”.
Nadie que profese piedad considere con indiferencia la salud
del cuerpo, y se halague a sí mismo con el pensamiento de que la
intemperancia no es un pecado, y que no afectará su espiritualidad.
Existe una estrecha simpatía entre la naturaleza física y la moral.—
The Review and Herald, 25 de enero de 1881
.
Se requiere una decisión del carácter
255. El negarse a satisfacer el apetito exige decisión del carác-
ter. Por falta de esta decisión multitudes son arruinadas. Débiles,
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flexibles, fácilmente desviables, muchos hombres y mujeres fallan
completamente en el plan de llegar a ser lo que Dios desea que sean.
Los que carecen de decisión de carácter no pueden hacer un éxito
de la tarea diaria de vencer. El mundo está lleno de personas embru-
tecidas, intemperantes, de una mente debilitada, ¡y cuán difícil es
para ellos llegar a ser verdaderos cristianos!
¿Qué dice el gran Médico misionero? “Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Es la