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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
mo lo hizo su Redentor. Únicamente por la obediencia y el esfuerzo
continuo seremos vencedores como Cristo lo fue.
El poder dominante del apetito causará la ruina de millares de
personas, que si hubiesen vencido en ese punto, habrían tenido fuerza
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moral para obtener la victoria sobre todas las demás tentaciones
de Satanás. Pero los que son esclavos del apetito no alcanzarán
a perfeccionar el carácter cristiano. La continua transgresión del
hombre durante seis mil años ha producido enfermedad, dolor y
muerte. Y a medida que nos acerquemos al fin, la tentación de
complacer el apetito será más poderosa y más difícil de vencer.—
Joyas de los Testimonios 1:421-423 (1875)
.
[
La senda de la abnegación en el comer es la senda de la salud—
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]
La relación de los hábitos con la santificación
254. Es imposible que cualquiera disfrute de la bendición de la
santificación mientras sea egoísta y glotón. Los que tal hacen gimen
bajo una carga de enfermedades debido a los malos hábitos en el
comer y beber, que hacen violencia a las leyes de la vida y la salud.
Muchos están debilitando sus órganos digestivos al complacer un
apetito pervertido. El poder que tiene la constitución humana de
resistir los abusos que se cometen con ella es admirable; pero los
hábitos erróneos persistentes que consisten en comer y beber en ex-
ceso debilitarán toda función del cuerpo. Que estas personas débiles
consideren lo que podrían haber sido si hubieran vivido en forma
temperante, y promovido la salud en lugar del abuso. En la gratifica-
ción del apetito y la pasión pervertidos, aun los profesos cristianos
incapacitan a la naturaleza en su obra, y aminoran el poder físico,
mental y moral. Algunos que lo están haciendo, pretenden estar
santificados para Dios; pero tal pretensión no tiene fundamento...
“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy
yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi
temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que
menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado
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tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis:
¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová
es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio,