Página 165 - Consejos Sobre el R

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dominio del apetito
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La conducta abstemia aumenta el vigor
253. Los hombres que se dedican a dar el último mensaje de
amonestación al mundo, un mensaje que ha de decidir el destino
de las almas, deben hacer en su propia vida una aplicación práctica
de las verdades que predican a los demás. Deben ser para la gente
ejemplos en su manera de comer y beber y en su casta conversación
y comportamiento. En todas partes del mundo, la glotonería, la com-
placencia de las pasiones viles y los pecados graves son ocultados
bajo el manto de la santidad por muchos que profesan representar
a Cristo. Hay hombres de excelente capacidad natural, cuya labor
no alcanza a la mitad de lo que podría ser si ellos fuesen templados
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en todas las cosas. La satisfacción del apetito y la pasión embota
la mente, disminuye la fuerza física y debilita el poder moral. Sus
pensamientos no son claros. No pronuncian sus palabras con poder;
éstas no son vivificadas por el Espíritu de Dios para alcanzar los
corazones de los oyentes.
Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por com-
placer el apetito, nuestra única esperanza de reconquistar el Edén
consiste en dominar firmemente el apetito y la pasión. La abstinencia
en el régimen alimenticio y el dominio de todas las pasiones con-
servarán el intelecto y darán un vigor mental y moral que capacitará
a los hombres para poner todas sus propensiones bajo el dominio
de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo,
lo sagrado y lo profano. Todos los que tienen un verdadero sentido
del sacrificio hecho por Cristo al abandonar su hogar del cielo para
venir a este mundo a fin de mostrar al hombre, por su propia vida,
cómo resistir la tentación, se negarán alegremente a sí mismos y
resolverán participar de los sufrimientos de Cristo.
El temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Los que venzan
como Cristo venció, necesitarán precaverse constantemente contra
las tentaciones de Satanás. El apetito y las pasiones deben ser some-
tidos al dominio de la conciencia iluminada, para que el intelecto no
sufra perjuicio, y las facultades de percepción se mantengan claras a
fin de que las obras y trampas de Satanás no sean interpretadas como
providencia de Dios. Muchos desean la recompensa y la victoria
finales que han de ser concedidas a los vencedores, pero no están
dispuestos a soportar los trabajos, las privaciones y la abnegación co-