Página 199 - Consejos Sobre el R

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Los extremos en el régimen alimenticio
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321. Muchos han interpretado mal la reforma pro salud, y han
recibido ideas deformadas acerca de lo que constituye la manera
correcta de vivir. Algunos piensan sinceramente que una dieta apro-
piada está constituida principalmente por sopas. Un régimen que
consista mayormente de gachas [cocimientos blandos o semilíqui-
dos] no aseguraría la salud de los órganos digestivos, porque son
poco consistentes.—
The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894
.
La consideración de las necesidades individuales
322. Ud. erró, y pensó que era el orgullo lo que incitaba a su es-
posa a rodearse de más comodidades. Ud. la ha tratado con egoísmo
y mezquindad. Ella necesita una alimentación más abundante, una
provisión más generosa sobre su mesa; y en su casa necesita todas
las comodidades que Ud. le pueda proporcionar, para facilitarle su
trabajo en todo lo posible. Pero Ud. ha considerado las cosas desde
un punto de vista erróneo. Ud. llegó a pensar que cualquier cosa
que podía comerse bastaba si podía vivir y retener su fuerza. Ud. ha
insistido en imponer una dieta inadecuada a su débil esposa. Pero
ella no puede producir buena sangre y buenas carnes con un régimen
que le asienta a Ud. Algunas personas no pueden subsistir con el
mismo alimento que a otras les hace bien, aun cuando está preparado
en la misma forma.
Ud. está en peligro de volverse extremista. Su organismo podría
transformar una dieta muy tosca y pobre en sangre buena. Sus ór-
ganos elaboradores de sangre están en muy buen estado. Pero su
esposa requiere una dieta más refinada. Ud. le ha dado el mismo
alimento que su organismo puede convertir en buena sangre, pero
el organismo de ella no ha podido asimilarlo. Le falta vitalidad, y
necesita una dieta más abundante y sustanciosa. Debiera tener una
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buena provisión de fruta y no estar sujeta a las mismas cosas día
tras día. Su vitalidad es muy escasa. Ella está enferma y las nece-
sidades de su organismo son muy diferentes de las de una persona
sana.—
Testimonies for the Church 2:254 (1869)
.