régimen durante la infancia
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donde vuestros niños rebeldes y viciosos no corromperán la sociedad
con la cual tratan.
Enseñad a los niños cómo hacer frente a la tentación
365. Vigilad vuestro apetito; enseñad a vuestros hijos por el ejem-
plo y por precepto a adoptar una alimentación sencilla. Enseñadles
a que sean laboriosos, no simplemente atareados, sino ocupados en
trabajo útil. Procurad despertar su sensibilidad moral. Enseñadles
que Dios tiene ciertos derechos sobre ellos, desde los primeros días
de su niñez. Decidles que hay corrupciones morales a las cuales hay
que hacer frente por todos lados; que necesitan ir a Jesús y entregarse
a él de cuerpo y alma, y que en él obtendrán fuerza para resistir toda
tentación. Hacedles recordar que no fueron creados simplemente
para satisfacerse a sí mismos, sino que son los agentes del Señor para
propósitos nobles. Enseñadles, cuando son tentados en los caminos
de la indulgencia egoísta, cuando Satanás procura apartar a Dios de
su vista, a que miren a Jesús, rogándole: “Sálvame, Señor, para que
no sea vencido”. Los ángeles se les acercarán en contestación a su
oración, y los conducirán por caminos seguros.
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Cristo rogó por sus discípulos, no que fuesen quitados del mundo,
sino que fuesen guardados del mal, a fin de que no cayesen en
las tentaciones que afrontan por todos lados. Esta es una plegaria
que debiera elevar cada padre y cada madre. Pero, ¿deben rogar
a Dios en favor de sus hijos, y luego dejarlos que hagan lo que
quieran? ¿Deben mimar el apetito hasta que llega a dominarlos, y
luego pretender dominar a los hijos? No; la temperancia y el dominio
propio debieran ser enseñados desde la cuna. Debe descansar sobre
la madre mayormente la responsabilidad de esta obra. El vínculo
terrenal más tierno es el que existe entre la madre y su hijo. El
niño es más fácilmente impresionado por la vida y el ejemplo de
la madre que por la del padre, por este vínculo de unión más fuerte
y tierno. Sin embargo, la responsabilidad de la madre es pesada y
debe recibir la ayuda constante del padre.—
Christian Temperance
and Bible Hygiene, 63, 64
;
Fundamentals of Christian Education,
152, 153 (1890)
.
366. Os conviene, madres, que empleéis las horas preciosas que
Dios os concede en formar el carácter de vuestros hijos, enseñándoles