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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
suficiente razón que explica el estado de degeneración y mortalidad
imperante en el mundo. La pasión ciega controla la razón, y en
muchos casos toda consideración elevada es sacrificada a la lujuria.
El conservar el cuerpo en una condición sana, a fin de que todas
las partes de la maquinaria viva actúen armoniosamente, debe ser
el estudio de nuestra vida. Los hijos de Dios no pueden glorificarlo
a él con cuerpos enfermos o mentes enanas. Los que se complacen
en cualquier clase de intemperancia, ora sea en el comer o beber,
[19]
malgastan su energía física y debilitan su poder moral.—
Christian
Temperance and Bible Hygiene, 53 (1890)
.
10. Puesto que las leyes de la naturaleza son las leyes de Dios,
sencillamente es nuestro deber dar a estas leyes un estudio cuida-
doso. Debemos estudiar sus requerimientos con respecto a nuestros
propios cuerpos, y conformarnos a ellos. La ignorancia en estas
cosas es pecado.
[
La ignorancia voluntaria aumenta el pecado—53
]
“¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” “¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
1 Corintios
6:15, 19, 20
. Nuestros cuerpos son la propiedad adquirida por Cristo,
y no estamos en libertad de hacer con ellos como nos parezca. El
hombre ha hecho esto. Ha tratado su cuerpo como si las leyes que lo
rigen no tuvieran ninguna penalidad. Debido al apetito pervertido,
sus órganos y facultades se han debilitado, se han enfermado y se
han inutilizado. Y estos resultados que Satanás ha producido con
sus propias tentaciones especiosas, los usa para vituperar a Dios. El
presenta ante Dios el cuerpo humano que Cristo ha comprado como
su propiedad; ¡y qué repugnante representación de su Creador es el
hombre! Debido a que el hombre ha pecado contra su cuerpo, y ha
corrompido sus costumbres, Dios resulta deshonrado.
Cuando los hombres y las mujeres se convierten de verdad, res-
petan concienzudamente las leyes de la vida que Dios ha establecido
en su ser, y así tratan de evitar la debilidad física, mental y moral.
La obediencia a estas leyes ha de convertirse en un deber personal.
Nosotros mismos debemos sufrir los males producidos por la vio-
lación de la ley. Debemos dar cuenta a Dios por nuestros hábitos
[20]