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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
Venta de golosinas en el campamento
529. Hace años recibí un testimonio de reproche para los ge-
rentes de nuestros campamentos que llevaban a nuestros terrenos y
vendían al pueblo queso y otras cosas perjudiciales, y presentaban
caramelos y bombones para la venta mientras yo trabajaba para
instruir a jóvenes y viejos a poner el dinero que habían gastado en
caramelos y bombones en la caja misionera y así enseñar a sus hijos
abnegación.—
Carta 25a, 1889
.
530. Me ha sido dada luz con respecto a los alimentos provistos
en nuestros congresos. A veces se llevan al campamento alimentos
que no están de acuerdo con los principios de la reforma pro salud.
Si hemos de andar en la luz que Dios nos ha dado, debemos
enseñar a nuestros hermanos, viejos y jóvenes, a abandonar esos
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alimentos que se consumen meramente para complacer el apetito.
Debemos enseñar a nuestros hijos a negarse a sí mismos cosas
innecesarias tales como bombones, caramelos, caramelos de goma,
helados y otras golosinas, a fin de que pongan el dinero ahorrado por
su abnegación en la caja del renunciamiento, de la cual debe haber
una en cada hogar. De esta manera se ahorrarán sumas grandes y
pequeñas para la causa de Dios.
No pocos de nuestros hermanos necesitan instrucción con respec-
to a los principios de la reforma pro salud. Existen diversos confites
que han sido inventados por los fabricantes de productos sanos, y
que han sido recomendados como perfectamente inofensivos; pero
tengo un testimonio diferente que presentar concerniente a ellos. En
realidad no son saludables, y su uso no debe estimularse. Debemos
atenernos más estrictamente a un régimen sencillo de frutas, nueces,
cereales y verduras.
No se lleven a nuestros campamentos alimentos o confites que
contrarresten la luz dada a nuestro pueblo sobre la reforma pro salud.
No excusemos la tentación de complacer el apetito, diciendo que el
dinero recibido de la venta de tales cosas ha de ser usado para hacer
frente a los gastos de una obra buena. Toda esa tentación a la com-
placencia propia debe resistirse firmemente. No nos persuadamos a
nosotros mismos a hacer lo que no es provechoso para el individuo
so pretexto de que esto nos producirá buena voluntad. Aprended