Página 315 - Consejos Sobre el R

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El azúcar
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enfermó el organismo entero. La vida de este hombre fue sacrificada
innecesariamente en el altar de la mala cocina.
Cuando fui a ver a este enfermo, traté de explicar a esas personas
tan bien como podía cómo debían proceder, y pronto él empezó a
mejorar. Pero él usó sus fuerzas en forma imprudente cuando no
podía hacerlo, consumió una pequeña cantidad de alimento de mala
calidad, y cayó enfermo de nuevo. Esta vez no había ayuda para él.
Su sistema parecía ser una masa viviente de corrupción. Murió como
víctima de un método deficiente de cocinar. Trató de que el azúcar
ocupara el lugar de la buena cocina, y esto solamente empeoró las
cosas.
Con frecuencia me siento a las mesas de los hermanos y veo que
usan grandes cantidades de leche y azúcar. Estas recargan el orga-
nismo, irritan los órganos digestivos y afectan el cerebro. Cualquier
cosa que estorba el movimiento activo del organismo, afecta muy
directamente el cerebro. Y por la luz que me ha sido dada, sé que el
azúcar, cuando se usa copiosamente, es más perjudicial que la carne.
Estos cambios deben hacerse cautelosamente, y el tema debe ser
tratado en forma que no disguste ni cause prejuicios en aquellos a
quienes queremos enseñar y ayudar.—
Testimonies for the Church
2:369, 370 (1870)
.
[
Panecillos dulces y galletitas—410, 507, 508
]
[391]
528. No debemos dejarnos inducir a comer nada que enferme
el cuerpo, no importa cuánto nos guste. ¿Por qué? Porque somos
propiedad de Dios. Tenéis una corona que ganar, un cielo que obte-
ner, y un infierno que rehuir. Entonces, por causa de Cristo os pido:
¿Tendréis la luz brillando delante de vosotros con rayos claros y dis-
tintos, y luego la dejaréis a un lado para decir: “Me gusta esto y me
gusta aquello”? Dios exige de cada uno de vosotros que comencéis
a planear, a cooperar con Dios en su gran cuidado y amor, a elevar
y a santificar toda el alma, el cuerpo y el espíritu, para que seamos
obreros, juntamente con Dios...
Es mejor dejar de lado las cosas dulces. Dejad los platos de
postres dulces que están sobre la mesa. Necesitáis una mente clara
para pensar según el orden de Dios.—
The Review and Herald, 7 de
enero de 1902
.
[
Véase Parte III—Pasteles, tortas, pastas y budines
.]
[
No hay que dar golosinas a los niños—346
]