Página 367 - Consejos Sobre el R

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Las carnes (continuación de “las proteínas”)
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646. La iglesia en general en Battle Creek no ha sostenido el
instituto por su ejemplo. Sus miembros no han honrado la luz de
la reforma pro salud practicándola en el seno de sus familias. La
enfermedad que aquejó a muchas familias en Battle Creek no ne-
cesitaría haberles sobrevenido, si ellas hubieran seguido la luz que
Dios les diera. A semejanza del Israel de antaño, han desatendido
la luz, y no veían mayor necesidad de restringir su apetito que la
que vio el Israel antiguo. Los hijos de Israel querían tener carne
para comer y dijeron, como dicen muchos hoy: moriremos sin carne.
Dios le dio carne al rebelde Israel, pero su maldición estaba sobre
ella. Miles de ellos murieron mientras la carne que habían deseado
aún estaba entre sus dientes. Tenemos el ejemplo de los israelitas de
antaño, y la advertencia para nosotros es que no hagamos como ellos
hicieron. Su historia de incredulidad y rebelión está registrada como
una advertencia especial para que no sigamos su ejemplo de quejar-
nos contra los requerimientos divinos. ¿Cómo podemos decidir en
forma tan indiferente, eligiendo nuestra propia conducta, siguiendo
lo que nuestros propios ojos ven, y apartándonos más y más de Dios,
como hicieron los hebreos? Dios no puede hacer grandes cosas en
favor de su pueblo debido a la dureza del corazón y a la pecaminosa
incredulidad.
Dios no hace acepción de personas; sino que en toda genera-
ción los que temen al Señor y obran con justicia son aceptados por
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él; en tanto que los murmuradores, los descreídos y los rebeldes
no tendrán su favor o las bendiciones prometidas a los que aman
la verdad y andan en ella. Los que tienen la luz y no la siguen,
sino que desatienden los requerimientos de Dios, hallarán que las
bendiciones que les pertenecían se transformarán en maldiciones,
y las misericordias reservadas para ellos se convertirán en juicios.
Dios quiere que aprendamos humildad y obediencia mientras leemos
la historia del antiguo Israel, que era su pueblo peculiar y escogi-
do, pero que provocó su propia destrucción al seguir sus propios
caminos.—
Testimonies for the Church 3:171, 172 (1873)
.
647. Nuestros hábitos de comer y beber muestran si somos del
mundo o si pertenecemos al número de personas a quienes el Señor
ha cortado del mundo por medio de su poderosa hacha de la verdad.
Estos constituyen su pueblo peculiar, celoso de buenas obras. Dios
ha hablado en su Palabra. El caso de Daniel y de sus tres compañeros