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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
El propósito de Dios para Israel
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644. Cuando Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, era su
propósito establecerlos en la tierra de Canaán, para que constituyeran
un pueblo puro, feliz y lleno de salud. Consideremos los medios
por los cuales él quería realizar esto. Los sometió a un sistema de
disciplina que, si lo hubieran seguido alegremente, habría resultado
para el bien, tanto de ellos mismos como de su posteridad. Quitó
la carne de su alimentanción en gran medida. Les había concedido
carne en respuesta a sus clamores, precisamente antes de llegar al
Sinaí, pero fue provista solamente por un día. Dios podría haber
provisto carne tan fácilmente como maná, pero impuso al pueblo
una restricción para su bien. Era el propósito de Dios proveerles un
alimento más adecuado a sus necesidades que el régimen afiebrante
al cual muchos de ellos habían estado acostumbrados en Egipto.
El apetito pervertido debía ser reducido a un estado más saludable,
para que pudieran disfrutar de los alimentos provistos originalmente
para el hombre: las frutas de la tierra, que Dios les dio a Adán y
Eva en el Edén. Si ellos hubieran estado dispuestos a negarse la
satisfacción del apetito en obediencia a las restricciones divinas, la
debilidad y la enfermedad habrían sido desconocidas entre ellos. Sus
descendientes habrían poseído fuerza física y mental. Habrían tenido
claras percepciones de la verdad y del deber, un discernimiento
agudo, y un juicio sano. Pero no estaban dispuestos a someterse a
los requerimientos de Dios, y dejaron de alcanzar la norma que él
había establecido para ellos, y de recibir las bendiciones que habrían
sido suyas. Murmuraron bajo las restricciones de Dios, y codiciaron
las ollas de carne de Egipto. Dios les permitió tener carne, pero
esto les acarreó una maldición.—
Christian Temperance and Bible
Hygiene, 118, 119 (1890)
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Un ejemplo para nosotros
[452]
645. “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros,
para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”. “Y
estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los
siglos”.—
1 Corintios 10:6, 11
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