Página 365 - Consejos Sobre el R

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Las carnes (continuación de “las proteínas”)
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os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis
a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él,
diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?
“Entonces dijo Moisés: Seiscientos mil de a pie es el pueblo
en medio del cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán
un mes entero! ¿Se degollarán para ellos ovejas y bueyes que les
basten? ¿O se juntarán para ellos todos los peces del mar para que
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tengan abasto? Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha
acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o
no...
“Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las
dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de
camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la
faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día
y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el
que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo
alrededor del campamento.
“Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese
masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió
Jehová al pueblo con una plaga muy grande”.
Números 11:16-33
.
En este caso el Señor dio al pueblo lo que no era para su mayor
bien, porque éste lo quería tener. Ellos no quisieron resignarse a
recibir del Señor las cosas que resultarían para su bien. Se habían
entregado a una murmuración sediciosa contra Moisés, y contra
el Señor, porque no habían aceptado el conocimiento de las cosas
que los perjudicarían. Su apetito depravado los dominó, y Dios les
dio carne, como deseaban, y permitió que sufrieran los resultados
producidos por la gratificación de su apetito sensual. Fiebres ardien-
tes destruyeron a un gran número del pueblo. Los que habían sido
más culpables en sus murmuraciones murieron tan pronto como
probaron la carne que habían codiciado. Si hubieran aceptado que
el Señor les eligiera los alimentos y si hubieran estado agradecidos
y satisfechos por los alimentos que podían comer en abundancia y
sin perjuicio, no habrían perdido el favor de Dios, ni habrían sido
castigados por su murmuración rebelde cuando gran número de ellos
pereció.—
Spiritual Gifts 4:15-18 (1864)
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