Razones de la reforma
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de separación entre los que sirven a Dios y los que se complacen a
sí mismos.—
Joyas de los Testimonios 3:358 (1909)
.
26. ¿Andarán a la zaga de los religiosos entusiastas de estos días,
que no tienen fe en la pronta aparición de nuestro Salvador, los que
están “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación
gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a
sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”?
Tito 2:13, 14
. El
pueblo peculiar que Dios está purificando para sí, a fin de trasladarlo
al cielo sin ver la muerte, no debe estar a la zaga de otros en buenas
obras. En sus esfuerzos por limpiarse a sí mismos de toda contami-
nación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios, deben estar tanto más adelantados que toda otra clase
de personas sobre la tierra, cuanto es más exaltada su profesión que
la de otros.—
Testimonies for the Church 1:487 (1867)
.
La reforma pro salud y la oración por el enfermo
27. Para obtener y conservar la pureza, los adventistas del sép-
timo día deben tener el Espíritu Santo en sus corazones y en sus
familias. El Señor me ha mostrado que cuando el Israel de hoy se
humille delante de él y quite toda inmundicia del templo de su al-
ma, Dios escuchará sus oraciones en favor de los enfermos y dará
eficacia a los remedios empleados contra la enfermedad. Cuando
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el agente humano haga con fe cuanto pueda para combatir la enfer-
medad por los sencillos métodos de tratamiento que Dios indicó, el
Señor bendecirá estos esfuerzos.
Si después de habérsele dado tanta luz, el pueblo de Dios con-
tinúa fomentando sus malas costumbres y sigue complaciendo sus
apetitos en oposición a la reforma, sufrirá las consecuencias inevi-
tables de la transgresión. Dios no salvará milagrosamente de las
consecuencias de sus faltas a aquellos que están resueltos a satisfa-
cer a toda costa su apetito pervertido. Les advirtió: “En dolor seréis
sepultados”.
Isaías 50:11
.
Los presuntuosos que dicen: “El Señor me ha sanado; no tengo
necesidad de restringir mi alimentación; puedo comer y beber según
me plazca”, necesitarán muy pronto, en su cuerpo y en su alma, el
poder sanador de Dios. El hecho de que el Señor os haya curado mi-