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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
la; porque todas las facultades nobles de la mente son pervertidas.
Una tendencia a enfermedades de varias clases, como hidropesía,
problemas del hígado, nervios inestables, y una congestión de la
cabeza, resultan del uso habitual de la sidra fermentada. Por medio
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de su empleo muchos se acarrean enfermedad permanente. Algunos
mueren de tuberculosis o sucumben a la apoplejía solamente por esta
causa. Algunos sufren dispepsia. Aun la función vital es retardada
y los médicos les dicen que tienen enfermedad del hígado, cuando
si ellos rompieran el barril de sidra, y nunca lo reemplazaran, sus
fuerzas vitales, de las cuales habían abusado, recuperarían su vigor.
El beber sidra induce al uso de bebidas más fuertes. El estómago
pierde su vigor natural, y se necesita algo más fuerte para despertar
su acción... Vemos el poder que el apetito por las bebidas fuertes
tiene sobre los hombres; vemos cuántos de todos los profesiona-
les y personas que llevan pesadas responsabilidades—hombres de
exaltada condición, que poseen eminentes talentos, que han logrado
grandes conquistas, hombres de buenos sentimientos, y de nervios
fuertes, y de una buena facultad de raciocinio—lo sacrifican todo por
la complacencia del apetito, hasta que quedan reducidos al nivel de
los brutos; y en muchísimos casos la marcha descendente comenzó
con el uso del vino o de la sidra.
Dar el ejemplo poniéndose del lado de la reforma
Cuando los hombres y las mujeres inteligentes que profesan ser
cristianos, sostienen que no es dañino hacer vino o sidra para el
mercado, porque cuando están sin fermentar no intoxican, me siento
muy triste. Yo sé que este asunto tiene otro aspecto al cual ellos
rehúsan mirar; pues el egoísmo les ha cerrado los ojos a los terribles
males que pueden resultar del uso de estos estimulantes...
Como pueblo, profesamos ser reformadores, pretendemos ser los
portadores de la luz al mundo, ser fieles centinelas de Dios, y guardar
toda avenida por la cual Satanás podría llegar con sus tentaciones
para pervertir el apetito. Nuestro ejemplo e influencia deben ser un
poder del lado de la reforma. Debemos abstenernos de toda práctica
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que embota la conciencia o estimula la tentación. No debemos abrir
ninguna puerta que le dé acceso a Satanás a la mente de un solo ser
humano formado a la imagen de Dios. Si todos fueran vigilantes y