Página 43 - Consejos Sobre el R

Basic HTML Version

Razones de la reforma
39
uno de sus preceptos porque resulta conveniente hacerlo, en tanto
que rechazan otro porque su observancia requeriría un sacrificio,
rebajan la norma de la justicia, y por su ejemplo inducen a otros a
considerar livianamente la santa ley de Dios. “Así dice el Señor” ha
de ser nuestra regla en todas las cosas...
El carácter de Daniel se presenta al mundo como un notable
ejemplo de lo que la gracia de Dios puede hacer por los hombres
caídos por naturaleza y corrompidos por el pecado. El relato sobre
su vida noble y llena de sacrificio, resulta de ánimo para nuestra
humanidad común. De él podemos recibir fuerza para resistir noble-
mente la tentación, y con firmeza, y con la gracia de la mansedumbre,
defender lo recto bajo la más severa prueba.
Daniel podría haber encontrado una excusa plausible para apar-
[35]
tarse de sus hábitos estrictamente temperantes; pero la aprobación
de Dios era más cara para él que el favor del más poderoso potentado
terrenal: más cara aún que la vida misma. Habiendo obtenido por su
conducta cortés el favor de Melsar, el oficial que estaba a cargo de
los jóvenes hebreos, Daniel hizo la petición de que se le permitiera
no comer de la comida del rey, o beber de su vino. Melsar temía
que si accedía a este pedido, incurriría en el desagrado del rey, y así
peligraría su propia vida. Como muchas personas hoy, pensaba que
un régimen abstemio haría que estos jóvenes tuvieran una apariencia
demacrada y enfermiza y fueran deficientes en fuerza muscular, en
tanto que la lujosa comida proveniente de la mesa del rey los haría
rubicundos y hermosos, y les impartiría una actividad física superior.
Daniel solicitó que el asunto fuera decidido por una prueba de
diez días: los jóvenes hebreos, durante este breve período, debían
tener permiso para comer alimentos sencillos, mientras sus compa-
ñeros participarían de los exquisitos manjares del rey. Finalmente
el pedido les fue otorgado, y entonces Daniel se sintió seguro de
que había ganado su caso. Aunque era sólo un joven, había visto los
efectos perjudiciales del vino y de una vida lujuriosa sobre la salud
física y mental.
Al final de los diez días el resultado vino a ser precisamente
lo opuesto a lo que esperaba Melsar. No sólo en su apariencia
personal, sino también en su actividad física y en su vigor mental,
los que habían sido temperantes en sus hábitos revelaron poseer una
notable superioridad sobre sus compañeros que habían complacido